Así, entre las numerosas obras de arte que han visto millones de fieles en la Basílica de San Pedro, el mayor templo de la cristiandad durante siglos, se encuentra la de San Jerónimo Emiliani.
A comienzos del siglo XVI, el militar de origen veneciano se dedicó a recoger a los miles de niños pobres que se habían quedado huérfanos debido a la epidemia de cólera.
San Jerónimo se encargó de alimentarlos y les acogió ofreciéndoles una educación. El santo fue pidiendo limosna de casa en casa para poder ayudar a estos niños y también a las mujeres de la calle.
Fue por esta razón por la que San Jerónimo se convirtió en el patrono de los huérfanos y los niños abandonados.
Los fieles que visiten la Basílica de San Pedro, podrán encontrar su escultura en la zona de la derecha de la cúpula de Miguel Ángel, donde se ubican los confesionarios.
Allí podrán contemplar la imagen del San Jerónimo señalando la frase “Orphano tu eris adiutor” (Tú serás ayuda para los huérfanos).
Este lugar dentro de la Basílica adquiere el nombre de “transepto meridional”, y si se mira en el sentido de las agujas del reloj, se encontrarán otras esculturas como la de San José de Calasanz, San Bofiglio Monaldi o San Wenceslao.
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