Mártires operarios beatificados no rehuyeron dar "testimonio de Cristo con su sangre"

El Cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, presidió la celebración de la beatificación de cuatro sacerdotes operarios que murieron durante la persecución religiosa que tuvo lugar durante la Guerra Civil española (1936-1939). 

La celebración tuvo lugar el sábado 30 de octubre en la catedral de Tortosa, (España) y en la que participaron unos 20 obispos, entre ellos el Nuncio de la Santa Sede en España, Mons. Bernardito Auza; además de los Obispos de las diócesis en donde los mártires fueron ejecutados y en donde se han llevado a cabo las investigaciones correspondientes; estos son el Obispo de Tortosa, Mons. Enrique Benavent; el Obispo emérito de Jaén, Mons. Amadeo Rodriguez; el Obispo de Ciudad Real, Mons. Gerardo Melgar. 

Además del Cardenal Juan José Omella, Arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española; Cardenal Ricardo Blázquez, Arzobispo de Valladolid; el Cardenal Antonio Cañizares, Arzobispo de Valencia y el Cardenal Antonio María Rouco Varela, Arzobispo emérito de Madrid. 

Los cuatro sacerdotes beatificados hoy pertenecían a la Hermandad de Sacerdotes operarios. Durante la persecución religiosa del siglo XX en España, 30 sacerdotes operarios fueron asesinados, por lo que esta congregación es una de las que proporcionalmente más bajas sufrió durante la Guerra Civil. 

Todos los mártires beatificados hoy trabajaban en seminarios y por las vocaciones en el momento de su fallecimiento. Por eso es especialmente importante la participación en la celebración de 60 seminaristas procedentes de las diócesis españolas de Tortosa, Astorga, Toledo, Barcelona y Évora (Portugal). 

El Obispo de Ciudad Real, Mons. Gerardo Melgar, destacó que el P. Francisco Cástor Sojo López, P. Millán Garde Serrano, P. Manuel Galcerá Videllet y P. Aquilino Pastor Cambero, mártires y presbíteros, miembros de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Corazón de Jesús “unieron su sacrificio al de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, y no dudaron en aceptar la muerte antes que abandonar su ministerio pastoral”.

“Antepusieron, con gozo y firmeza, la fidelidad al Señor a su propia vida. La muerte martirial de estos cuatro sacerdotes operarios diocesanos consumó su ministerio sacerdotal, dedicado a la formación de los seminaristas, llevándolo a su plenitud”, aseguró Mons. Melgar.

El Cardenal Marcello Semeraro anunció que la festividad de estos mártires se celebrará el 25 de octubre. 

Durante la homilía, el Prefecto para la Congregación de las Causas de los Santos aseguró que “los nuevos beatos aceptaron la enseñanza de Jesús con el corazón abierto y la hicieron realidad en sus propias vidas”.

“Eran sacerdotes que aunque procedían de diócesis diferentes estaban unidos en la fraternidad sacramental y también en la de sacerdotes operarios diocesanos y por eso se dedicaron especialmente a la promoción y formación de vocaciones sacerdotales”, apuntó el Cardenal Semeraro. 

Y subrayó que los cuatro sacerdotes beatificados hoy “no buscaron el martirio, porque el martirio no se busca sino que se sufre, pero cuando llegó el momento de dar con sangre su testimonio de Cristo no lo rehuyeron y abrazaron su cruz con amor”. 

El Cardenal también advirtió de “la tentación de querer seguir a Cristo sin cruz”, y por eso animó a abrazar las dificultades diarias porque “no existe verdadero amor sin sacrificio”. 

Breve biografía 

P. Francisco Cástor Sojo López nació en Madrigalejo, provincia de Cáceres (España), el 28 de marzo de 1881. En el seminario entabló amistad con muchos que luego murieron como mártires. 

Fue ordenado sacerdote el 19 de diciembre de 1903 en la Catedral de Plasencia y realizó su primera consagración en la Hermandad al año siguiente.

Dedicó toda su vida a la formación sacerdotal en Plasencia, Badajoz, Segovia, Astorga y Ciudad Real. Apasionado por la música y profesor, sus dotes artísticas no eran nada comparadas con su piedad. Tenía un gran afecto por la Hermandad. 

En los últimos meses de su vida, con fervor y devoción se preparó a su muerte, que preveía como cierta e inminente. Fue fusilado cerca de Ciudad Real en la noche del 12 al 13 de septiembre de 1936.

El P. Millán Garde Serrano nació en Vara del Rey, al sur de Cuenca (España) , el 21 de diciembre de 1876. Estudió filosofía y teología con resultados extraordinarios.

Fue ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1901 y entró en la Hermandad en 1903. Ese mismo año obtuvo la Licenciatura en Derecho Canónico en el Seminario San Ildefonso de Toledo.

Trabajó en la formación de seminaristas en Toledo, Badajoz, y posteriormente se trasladó a México donde fue formador en los seminarios de Cuernavaca y Querétaro. A su regreso a España, estuvo en los seminarios de Valladolid, Salamanca, Astorga, Plasencia y León, como profesor, administrador o director espiritual. Era un sacerdote especialmente enamorado de la Eucaristía.

Cuando fue capturado, no ofreció ninguna resistencia, hasta el punto de que las cuerdas que habían preparado para atarle las manos ni siquiera fueron necesarias. Murió el 7 de julio de 1938 en la cárcel de Cuenca, como consecuencia de las condiciones carcelarias y los malos tratos sufridos.

El P. Manuel Galcerá Videllet nació en Caseres (España), el 6 de julio de 1977. Fue promovido al sacerdocio el 1 de junio de 1901 en la Catedral de Huesca y al año siguiente se licenció en Teología en el Seminario Central de Zaragoza. En 1906 ingresó en la Hermandad. 

Su ministerio se desarrolló en los seminarios de Zaragoza, Barcelona, Tarragona. Trabajó en México en los seminarios de Cuernavaca y Querétaro. Posteriormente volvió a España donde pasó por Badajoz, Ciudad Real, Valladolid, Belchite y Baeza, así como en el Pontificio Colegio Español de San José en Roma. Siempre se distinguió por su profundo sentido de fidelidad al sacerdocio. 

Fue fusilado el 3 de septiembre de 1936 en Capones, cerca de Ibros, en el territorio de la diócesis de Jaén, junto con otras 30 personas. Después de haber llevado a cabo esta masacre, los milicianos salieron a celebrarlo y a contar con orgullo lo que habían hecho.

El P. Aquilino Pastor Camero nació en Zarza de Granadilla, provincia de Cáceres, el 4 de enero de 1911. Desde muy joven mostró signos de vocación sacerdotal. Ingresó en la Casa de Probación de la Hermandad en 1934 y, el 25 de agosto de 1935, fue ordenado sacerdote en la Catedral de Plasencia. 

Durante sólo un año ejerció su ministerio como prefecto de estudiantes y profesor en el Seminario de Baeza. Además, solía pasar el tiempo con los jóvenes con simpatía y alegría y, en medio de ellos, se dedicaba a la gloria de Dios y a la salvación de las almas. Tenía una especial devoción al Sagrado Corazón de Jesús y a la Virgen María. 

Fue asesinado en Úbeda, en la diócesis de Jaén, el 28 de agosto de 1936. Al morir, parecía feliz, pronunciaba fervientes jaculatorias y alababa a Cristo Rey.

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