Este domingo 24 de octubre la Iglesia celebra la Jornada Mundial de las Misiones, y el Papa Francisco ha querido saludar a todos los misioneros que “dan testimonio del Evangelio en sus vidas en las tierras donde no conocen a Jesús”.
Al finalizar el rezo del Ángelus dominical en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre animó a mirar a dos nuevos beatos como “testigos que han anunciado el Evangelio con su vida”.
Se trata de Sor Maria de la Inmaculada, declarada ayer sábado 24 de octubre beata en la localidad italiana de Brescia, y la joven Sandra Sabattini, cuya beatificación tiene lugar hoy en Rimini, Italia.
Sor Maria de la Inmaculada, cuyo nombre original fue María Ripamonti, vivió entre 1909 u 1954. Esta religiosa de las Siervas de la Caridad, después de haber trabajado como hilandera y en una fábrica para mantener a su familia, falleció en olor de santidad tras una grave enfermedad y luego de 22 años de servicio en su congregación. Tenía 45 años.
Sandra Sabattini, era una joven laica Sandra Sabattini, que murió a los 23 años poco antes de casarse. Murió atropellada estaba comprometida para casarse con Guido Rossi, con quien soñaba ir a África para iniciar una comunidad que sirviera a los “últimos de los últimos”.
“Con agradecimiento dirijo mi saludo a tantos misioneros y misioneras: sacerdotes, religiosos, religiosas, fieles laicos, que en primera línea dedican su energía al servicio de la Iglesia pagando, en primera persona, en ocasiones un precio caro por su testimonio. Y lo hacen no para hacer proselitismo, sino para dar testimonio del Evangelio en su vida en las tierras donde no conocen a Jesús. Muchas gracias a los misioneros”, fueron las palabras del Santo Padre.
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