El experto sociólogo y sacerdote Paul Sullins publicó un estudio titulado “¿Los abusos sexuales del clero católico están relacionados con los sacerdotes homosexuales? en el que responde a esta y otras preguntas sobre el origen de los escándalos que golpean a la Iglesia actualmente.
El estudio señala que existe un aumento en los abusos y que estos se originan en dos factores principalmente: un número desproporcionado de sacerdotes homosexuales y la existencia de una cultura o “subcultura homosexual” en los seminarios.
“Descubrí que los abusos del clero se redujeron a casi nada” luego de los escándalos del año 2002 en Estados Unidos, “pero luego comenzaron a incrementarse. También hay signos de que los obispos y las diócesis se han vuelto más blandas al respecto”, dijo el también profesor retirado de sociología de la Catholic University of America, en conferencia de prensa realizada el 2 de noviembre.
El experto precisó que cuando los abusos se redujeron en la Iglesia, no fue necesariamente el resultado de la aplicación de las normativas que los obispos publicaron en 2002 para proteger a niños y jóvenes adultos.
El estudio del P. Sullins fue publicado el 2 de noviembre por el Ruth Institute, donde sirve como investigador asociado senior. Se espera además que su investigación haga parte de un próximo libro.
El informe compara “datos no examinados previamente, provenientes del testimonio de sacerdotes católicos homosexuales” y la incidencia y el sexo de la víctima o del menor en los abusos cometidos por el clero católico entre 1950 y 2001.
Las fuentes usadas por el P. Sullins incluyen una encuesta de 2002 realizada por el diario Los Angeles Times a 1.854 sacerdotes, en la que se les preguntó su orientación sexual, el año de su ordenación y si creían que existía una “subcultura homosexual” en el seminario donde se formaron.
El experto también analizó datos del informe del John Jay College of Criminal Justice, que usó a su vez la información proporcionada por diócesis católicas ese mismo año.
“Aunque 8 de cada 10 víctimas han sido niños, la idea de que el abuso está relacionado a hombres homosexuales en el sacerdocio no ha sido ampliamente aceptada por los líderes de la Iglesia”, dijo el sociólogo.
“Lo que digo en el informe es que cuando los homosexuales en el sacerdocio eran el mismo porcentaje que en la población total, no había un problema medible de abuso sexual de niños”. “Esto sí ocurrió cuando había una preponderancia de homosexuales” entre los sacerdotes, precisó.
Los hombres homosexuales en la población total llegan al 2%. En la década de 1950, los sacerdotes homosexuales eran 4%, mientras que en la década de 1980 la cifra subió a 16%.
“Cuando tienes 16% de sacerdotes que son homosexuales, ocho veces la proporción en relación a la población general, es como si el sacerdocio se hubiese convertido en un grupo que acepta, permite y alienta la actividad y la conducta homosexuales”, dijo el sociólogo en la rueda de prensa.
“Cuando comienzas a tener una mayor proporción de homosexuales. Parece que se estuvieran seleccionando en razón de la orientación sexual”, dijo.
Tras resaltar que algunos candidatos al seminario han informado sobre los problemas que genera esta desproporción, el P. Sullins consideró que el libro de Donald Cozzens, “The Changing Face of the Priesthood” (El rostro cambiante del sacerdocio) mostraba que en algunos seminarios había tantos homosexuales que los heterosexuales se sentían desestabilizados y desorientados, por lo cual terminaban yéndose.
“Eso no es positivo. No creo que queramos esa proporción de cultura homosexual en el sacerdocio”, señaló el experto.
“Entre 1965 y 1995 un promedio de uno de cada cinco sacerdotes ordenados anualmente era homosexual, lo que hizo que se verificara la desproporción de homosexuales y que llegaran al 16% o a uno de cada seis sacerdotes en la década de 1990”.
“Esta tendencia tenía una fuerte correlación en el incremento de abusos sexuales”, lamentó el sacerdote.
Si el porcentaje no se hubiera incrementado de esa forma, explicó, “al menos unos 12.000 niños no habrían sufrido abuso”.
El P. Sullins fue sacerdote episcopaliano, la rama estadounidense de los anglicanos. Ha estado casado durante 30 años, tiene tres hijos y fue ordenado como sacerdote católico en el año 2002. Recibió el sacramento del orden sacerdotal de manos del entonces Arzobispo de Washington, el excardenal Theodore McCarrick.
“Me sorprendió y quedé en shock cuando escuché sobre el Cardenal McCarrick. Me impresionó particularmente porque él me ordenó y probablemente yo lo conocía mejor que la mayoría de gente”, relató el experto sociólogo.
Luego de una investigación realizada por la Arquidiócesis de Nueva York que encontró creíbles las acusaciones de abuso contra McCarrick, el Papa Francisco aceptó en julio de este año su renuncia al Colegio de Cardenales.
Entre los obispos de Estados Unidos, McCarrick fue uno de los líderes que respondió a los escándalos de abusos sexuales que estallaron en la Iglesia en el país norteamericano en 2002.
En agosto de este año se conoció el Informe de Pensilvania que daba cuenta de unas mil acusaciones de abusos sexuales en el lapso de 70 años.
“Lo que era nuevo en 2018 no fue tanto la revelación de los abusos por parte de sacerdotes, sino del posible patrón de resistencia, minimización, aceptación y secretismo –el encubrimiento– por parte de los obispos”, destacó el P. Sullins, que también usó el reporte en su investigación.
El experto explicó que los abusos por parte de sacerdotes son “bastante menos” en comparación con instituciones similares o comunidades, pero es importante resaltar que la mayoría de víctimas del clero en Estados Unidos han sido “mayoritariamente niños”.
Si se compara este dato, se verá cifras similares en Alemania, donde el 90% de las víctimas son niños varones, en comparación con los protestantes o instituciones no religiosas donde los niños son alrededor de la mitad de las víctimas.
Algunos analistas católicos han culpado al clericalismo. El pasado 20 de agosto, el Papa Francisco señaló en una carta que las comunidades donde se han dado abusos sexuales, de poder o de consciencia, se caracterizan por los esfuerzos de reducir a los fieles católicos a “pequeñas élites” o de reemplazarlos, silenciarlos o ignorarlos.
El 21 de mayo de este año, en una audiencia concedida a los obispos italianos en el marco de su asamblea plenaria, el Santo Padre dijo que es mejor no aceptar candidatos en el seminario si tenían “la más leve duda” sobre la homosexualidad de estos jóvenes.
Asimismo, un importante documento de la Congregación para la Educación Católica titulado “Instrucción sobre los criterios de discernimiento vocacional en relación con las personas de tendencias homosexuales antes de su admisión al seminario y a las órdenes sagradas” señala que “la Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir al seminario y a las Órdenes Sagradas a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o sostienen la así llamada cultura gay”.
En ese sentido, refirió el experto, la carta de protección de niños que los obispos de Estados Unidos publicaron en 2002, tiene una serie de falencias.
La principal, explicó, se refiere a que no consideró que los obispos pueden cometer abusos o encubrirlos.
“Si los obispos encubrieron algo de la conducta de los sacerdotes, la carta misma puede haber sido un encubrimiento de las inconductas episcopales”, dijo el P. Sullins.
Traducido y adaptado por Walter Sánchez Silva. Publicado originalmente en CNA
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