El Obispo de Santiago de Compostela (España), Mons. Julián Barrio, fue invitado por el Departamento de Cultura del Consejo de Europa en Estrasburgo donde pronunció una conferencia sobre “Santiago de Compostela, una meta a alcanzar”.
Ante el Consejo de Europa el Prelado explicó que el Camino de Santiago y el continente europeo “forman un todo inseparable en el fondo de nuestra historia milenaria. No es posible pensar en Europa sin tener en cuenta el profundo intercambio generado por la peregrinación jacobea y su camino” ya que a partir del siglo XI, el Camino de Santiago aparece como una de las tres rutas principales de peregrinación cristiana.
“Es indudable que Europa nace y da sus primeros pasos en un Camino que conducía a Compostela. Por esta razón, nadie puede sorprenderse por el interés en la historia y el contenido del Camino. De ahí que fuese declarado el primer itinerario cultural en Europa, dando lugar a iniciativas culturales, científicas y políticas”, aseguró Mons. Barrio.
Por eso recordó la visita a Santiago de Compostela de San Juan Pablo II en noviembre de 1982 en donde el Papa pidió a la “vieja Europa” volver a encontrarse, descubrir sus orígenes. “Aviva tus raíces. Revive aquellos valores auténticos que hicieron gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los demás continentes. Reconstruye tu unidad espiritual, en un clima de pleno respeto a las otras religiones y a las genuinas libertades”, dijo San Juan Pablo II entonces.
De esta manera, el Obispo de Santiago de Compostela aseguró que podríamos decir que si queremos que “el cristiano europeo contemporáneo” se acerque “al hoy eterno de Dios, necesitamos una pasión y un valor que sacuda con fuerza nuestra apatía”.
“Descubrir Santiago y su camino significa conocer los orígenes de Europa. El Sepulcro apostólico del apóstol Santiago significó el encuentro con la Tradición, el reencuentro con los orígenes de la evangelización”, explicó el Prelado, ya que “desde el siglo XI hasta el siglo XV, Compostela se convirtió en el objetivo de la sociedad medieval”.
“Nadie entendería a Santiago y su historia sin el Camino, reflejo del espíritu europeo. El Camino es una expresión temática del ser humano como ser peregrinante hacia Alguien, hacia Algo, más allá de un análisis cultural meramente antropológico-cultural”, subrayó Mons. Barrio.
Además subrayó que el Camino es “un espacio donde el peregrino busca una respuesta a sus preguntas, en la búsqueda de su propio camino, percibiendo que el hombre encuentra su significado en la historia y no en las ideologías. Compostela es un signo de trascendencia, una apertura al Misterio, a lo Absoluto”.
Por eso el Prelado explicó que “Europa, continuando su historia, debe volver a sus raíces cristianas y aceptar los valores permanentes del hombre para emprender nuevas acciones. Hoy es una invitación a recuperar el contenido esencial de la antropología católica”.
Además, según explicó la peregrinación del Camino de Santiago “pasa de tener un valor exclusivamente cultural e histórico, a tener un valor constitutivo y constituyente de la civilización europea común. El peregrino jacobeo contribuye efectivamente a la construcción de la única Europa posible: la que tiene una referencia espiritual con sus principios morales y sociales, su cultura, su arte y su sensibilidad, es decir que tiene sus raíces en la tradición cristiana, que permanece presente en cada una de sus fibras”.
Mons. Barrio también recordó que “el verdadero valor del Camino de Santiago, junto con los de Jerusalén y Roma consiste en ser un camino del espíritu del ser humano, que se rebela a desaparecer bajo la asfixia del materialismo”.
También describió la Catedral de Compostela como “un testimonio centenario del magnetismo ejercido por el Apóstol Santiago en tantas personas que desean emprender un nuevo camino de su espíritu, abandonándose a la Providencia de Dios, al susurro de la creación y a la hospitalidad de la gente”.
En definitiva, el Prelado explicó que “la identidad de Europa depende en gran medida de su tradición cristiana”, algo que según afirmó “no se trata de crear una Europa paralela a la existente, sino de mostrarle a esta Europa que su alma y su identidad están profundamente arraigadas en el cristianismo, para ofrecerle la clave para interpretar su propia vocación en el mundo”.
“La unidad europea debe basarse en un sistema de valores, tanto personales como colectivos, donde la existencia se entiende como un don y una tarea para el hombre, donde el prójimo es aquel a cuyo servicio se ponen todos los demás”, aseguró el Obispo de Santiago de Compostela.
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