Más de 70 comisarios de la Custodia de Tierra Santa provenientes de todo el mundo se encuentran reunidos en Jerusalén para participar en su IV Congreso Internacional, que se celebra bajo el título “Pastoral de la peregrinación: Acogida, Memoria, Evangelización”.
Desde el pasado lunes 26 de noviembre y hasta el próximo domingo 2 de diciembre, los comisarios expondrán sus experiencias como puentes entre la Custodia y los cristianos locales.
La Custodia de Tierra Santa, integrada por frailes franciscanos, tiene la misión encomendada por la Iglesia de velar por los lugares santos que hay en Palestina, Israel, Jordania, Líbano y Siria, aunque también tienen presencia en países como Chipre o Egipto.
Además de la administración de los santos lugares, la Custodia desempeña una importante función en la promoción de peregrinaciones y en la cooperación con las comunidades cristianas y las sociedades de los países en los que se encuentran.
Así, desempeñan una importante función educativa con una extensa red de escuelas de las que se benefician tanto los niños y jóvenes cristianos como de otras religiones.
La Custodia de Tierra Santa, además, está muy implicada en el proceso de reconciliación y reconstrucción de Siria, devastada por la guerra civil y la acción de grupos terroristas como el Estado Islámico.
Días antes del inicio del congreso, el Papa Francisco envió una carta para responder a dos frailes franciscanos de Siria, que escribieron al Pontífice para transmitirle sus testimonios.
En su texto, el Santo Padre tuvo un recuerdo especial para la comunidad cristiana siria, muchos de cuyos miembros han sufrido martirio a lo largo de los últimos años.
El Pontífice aseguró en su misiva, difundida el pasado jueves 22 de noviembre, que comparte el sufrimiento de los franciscanos y aseguró que se encuentra “cerca de vosotros y de las comunidades cristianas tan maltratadas por el dolor experimentado en la fe en Jesucristo”.
“¡Cuánto sufrimiento, cuánta pobreza, cuánto dolor de Jesús que sufre, que es pobre, que ha sido expulsado de su patria! ¡Es Jesús! Es un misterio. Es nuestro misterio cristiano. En vosotros y en los habitantes de la amada Siria vemos a Jesús que sufre”, expresó el Papa.
Explicó que “nada mejor que el martirio puede simbolizar la manera propia del cristiano de participar en la historia de salvación de la humanidad. Los mártires construyen el Reino de Dios, siembran cristianos para el futuro, son la verdadera gloria de la Iglesia y nuestra esperanza”.
“Un testimonio así está llamado a no perderse ni siquiera en medio de la tormenta. No pocas veces el mar de la vida nos reserva una tempestad, pero de las olas existenciales nos llega un signo inesperado de salvación: María, la Madre del Señor, asombrada, en silencio, mira al Hijo inocente crucificado que llena de sentido la vida y la salvación de los hombres”.
Finalmente, encomendó a los cristianos sirios y a la comunidad franciscana a la Virgen. “Los bendigo de corazón y a todas las familias cristianas confiadas a vuestra valerosa custodia”, expresó.
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