A la Iglesia Católica en México le preocupa la militarización en la frontera sur de Estados Unidos, y que esto pueda provocar episodios de violencia cuando llegue la caravana de migrantes.
Así lo confirmó a ACI Prensa el P. Arturo Montelongo, secretario ejecutivo de la Dimensión de Movilidad Humana de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
“Es una preocupación de la Iglesia el hecho de que al llegar a la frontera con Estados Unidos pueda haber alguna situación con la militarización de la frontera sur de ese país, así como con los grupos radicales que sabemos que también se encuentran por ahí, atentos a prohibir la entrada de los migrantes, y pueda desatarse una violencia más marcada”, dijo.
El sacerdote mexicano señaló que se ha dialogado al respecto tanto con las instituciones estatales como con los obispos de Estados Unidos, sobre todo con los prelados de las diócesis fronterizas.
Actualmente los miles migrantes que conforman la primera caravana, que partió de San Pedro Sula (Honduras) a mediados de octubre, se encuentran en Ciudad de México. Dos caravanas más ya han ingresado al país y se encuentran en los estados del sur.
A fines de octubre, el Departamento de Defensa de Estados Unidos anunció el despliegue de más de cinco mil soldados en la frontera con México. De acuerdo a la revista estadounidense Newsweek, habría alrededor de 200 milicianos -civiles armados-, que patrullarían la zona para evitar el ingreso de la caravana de migrantes.
El P. Montelongo señaló que, además de la labor humanitaria hacia los migrantes, la Iglesia está trabajando en concientizar a la población sobre los derechos humanos de estas personas.
El secretario ejecutivo de la Dimensión de Movilidad Humana de la CEM precisó que la Iglesia ha permanecido en estrecha comunicación “y en acompañamiento y apoyo humanitario, solidario, caritativo, de la caravana desde el principio”.
Los orígenes de esta migración masiva, señaló, se encuentran “en la pobreza, la falta de oportunidades”.
“Pero la Iglesia no se centra en los orígenes para dar atención o no. La Iglesia se preocupa por la persona, por la asistencia humanitaria, desde el espíritu del Evangelio”, señaló.
“Si detrás de todo esto hay otras circunstancias que puedan ser políticas, mediáticas o de cualquier tipo, la Iglesia se preocupa no por las causas sino por el efecto de la ayuda y el acompañamiento”, aseguró.
La migración: un fenómeno que requiere “respuestas globales”
Por su parte, Cecilia Suárez, directora en México de Catholic Relief Services, agencia humanitaria de la Iglesia en Estados Unidos, dijo a ACI Prensa que “llevamos viendo ya por muchos años la desesperación que enfrenta la gente en el triángulo norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador), sobre todo por el incremento en los últimos años de la violencia, y también por cuestiones de falta de oportunidades”.
“Ha llegado un momento en que cualquier oportunidad que ven para poder viajar al norte de una manera más segura, más visible, la toman”, dijo.
Estas personas, señaló, enfrentan “un sufrimiento constante. No solo es un desgaste físico, es un desgaste emocional, psicológico. Es un miedo a que te agarren, te deporten, te secuestren, abusen de ti”.
Suárez señaló que se podría entender “un poco la frustración de por qué estos países no pueden responder a las necesidades de su gente, pero la verdad es que son problemas muy de fondo que además deben resolverse desde una perspectiva regional”.
“Tanto Centroamérica como México no han sido capaces de dar respuesta en materia de proveer educación, salarios dignos”, pero también atañe “a las empresas que están en nuestros países, a nuestros gobiernos, y a la comunidad internacional”. “Creo que también esto es un problema de la globalización” que requiere “respuestas globales”.
Además, subrayó, es clave trabajar para combatir “esta xenofobia que se genera en los países, cuando se habla de que vienen hordas a invadirnos. Pues no, es gente con mucha necesidad, desesperación, para la que tenemos que encontrar un lugar en este mundo”.
El P. César Cañaveral, coordinador de la dimensión pastoral de la movilidad humana en la Diócesis de Tapachula, ubicada en la frontera sur de México con Guatemala, destacó que “la iniciativa la tuvo la Iglesia” en la acogida a los migrantes.
El sacerdote señaló que muchos migrantes son conscientes de que podrían fracasar en su propósito de alcanzar suelo estadounidense. “Muchos me dijeron, ‘si vamos a morir en el camino, morimos en el intento’”, recordó.
Para el P. Cañaveral, la Iglesia tiene cuatro desafíos, que tienen que inspirar “acciones pastorales concretas”.
El primero, dijo, es el de la propia caravana y cómo atenderlos humanitariamente.
Como segundo desafío, el sacerdote señaló a “las repatriaciones de la gente que se está quedando y gente que se quiere regresar” a sus países de origen.
Un tercer desafío lo plantean los migrantes que han solicitado refugio en México. “Aquí hay más de mil personas que el gobierno dejó a la intemperie, que con engaños, que en tres días les iban a dar el refugio, ahora los van a hacer esperar”.
El cuarto desafío son las deportaciones masivas, advirtió el P. Cañaveral. “Yo le doy dos, tres meses para que empiecen las deportaciones masivas”, aseguró.
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