Anderson, Caballero Supremo de los Caballeros de Colón, habló durante la primera jornada del Congreso Internacional de Libertad Religiosa organizado por Más Libres y CitizenGo en el auditorio de ECOSOC en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, que se realiza desde hoy hasta el 28 de abril.
De este primer panel participaron el Arzobispo Bernardito Auza, Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU; el Embajador Ufuk Gokcen, Observador Permanente de la Organización de Cooperación Islámica ante la ONU, Lars Adaktusson, miembro del Parlamento Europeo por Suecia y promotor de la resolución del Parlamento Europeo sobre los asesinatos masivos y sistemáticos de las minorías religiosas por parte del Estado Islámico (ISIS); y el Dr. Thomas F. Farr, Director del “Religious Freedom Project” de la Universidad de Georgetown.
Anderson tuvo a su cargo la ponencia “Las minorías religiosas tienen el deber indisputable de vivir en su patria: Su desaparición sería una pérdida para nosotros”.
El líder de los Caballeros de Colón, institución que ha invertido más de 10 millones de dólares desde 2014 para ayudar a los cristianos perseguidos en Irak y Siria, presentó cuatro medidas concretas que puede poner en práctica la ONU ante el genocidio de los cristianos perpetrado por el Estado Islámico, reconocido como tal por el gobierno estadounidense en el mes de marzo.
Este reconocimiento fue posible gracias a una intensa campaña emprendida por los Caballeros de Colón en Estados Unidos y a nivel internacional.
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1.- El Consejo de Seguridad de la ONU debe poner a disposición de la Corte Penal Internacional a los principales perpetradores del genocidio: “aunque ya existe evidencia sustancial del genocidio, debe ampliarse las acciones para generar documentación adicional antes de que se pierde la evidencia física”, dijo Anderson.
2.- El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados debe realizar las previsiones necesarias para localizar y ayudar a las comunidades como los yazidíes y los cristianos que son el blanco del genocidio: “muchos de estos refugiados temen ir a los campos de refugiados de la ONU”.
Como consecuencia, explicó Anderson, muchos de los sobrevivientes son ignorados y los que desean adquirir el status legal de inmigrantes tienen muchas dificultades o se les hace imposible hacerlo. Se ha hecho algunas mejoras, pero hace falta mucho más”.
3.- Junto con los gobiernos involucrados en la asistencia o las negociaciones en la región, la ONU debe defender a las minorías religiosas de la región para que tengan derechos plenos e iguales.
“Un primer paso necesario –dijo Anderson– para prevenir el genocidio es superar la desigualdad social y legal que existe en la región”. “El odio religioso, la discriminación y la ciudadanía de segunda clase con frecuencia constituyen una forma de vida en la región: una forma de vida que antecede al genocidio”, precisó.
4.- Tenemos que prepararnos para las consecuencias de la liberación del área controlada por ISIS: “podríamos ver otra crisis humanitaria de civiles huyendo del conflicto. Adicionalmente, cuando estas áreas sean liberadas, las víctimas que huyeron o que fueron forzadas a huir, tienen todo el derecho a la ayuda internacional sobre sus propiedades o a compensaciones por ellas”, indicó Anderson.
Si estas personas quieren volver, continuó, deben recibir colaboración legal y real, mientras que los refugiados que decidan seguir en ese status, también deben recibir ayuda para mantenerse así.
Carl Anderson explicó también que esta crisis humanitaria ha hecho que cientos de miles de personas de Siria e Irak pierdan la vida y que comunidades enteras sean desplazadas o aniquiladas.
“Esta crisis implora de la gente de buena voluntad que se una en solidaridad de la consciencia de la necesidad de construir un esfuerzo mundial para salvar a las comunidades minoritarias, nativas e histórica de la región, sin considerar su raza, etnia o religión”, resaltó.
Carl Anderson explicó asimismo que el número de cristianos en Irak ha pasado de 1,5 millones a 200 mil en los últimos años, mientras que en Siria esta minoría pasó de 1,5 millones aproximadamente a unos 500 mil.
“Tenemos una oportunidad única para cambiar las cosas. Nunca antes el mundo prestó tanta atención al sufrimiento de estas minorías. Nunca se había escuchado tanto su clamor en los gobiernos del mundo, en los países de mayoría musulmana y entre las personas de buena voluntad”.
La ONU, concluyó Anderson, puede jugar un rol esencial en esta misión de preservar el pluralismo “protegiendo a las víctimas y refugiados, asegurando que sobrevivan en esta región las comunidades antiguas y religiosa, castigando a los perpetradores (del genocidio) y ayudando al establecimiento de lo que se acuerde internacionalmente siguiendo los estándares de justicia, igualdad, la ley y la libertad religiosa”.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 28 de abril de 2016
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