Tras la masacre ocurrida el Domingo de Pascua en Lahore en la que murieron más de 70 personas y unas 300 resultaron heridas, el sacerdote dijo a la agencia vaticana Fides que el trabajo para cambiar la mentalidad de Pakistán debe ser hecho por “padres, maestros, líderes religiosos de todas las creencias, líderes sociales y políticos, todos aquellos que tienen influencia en la opinión pública”.
El presbítero explica que “la violencia continuará hasta que el respeto por la humanidad, la tolerancia y el temor de Dios no sean predicados por los líderes de todas las religiones”, resaltando que los líderes religiosos deben convertirse en promotores de paz y armonía.
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— teleSUR TV (@teleSURtv) 28 de marzo de 2016“Los enemigos de la nación –resaltó– prosiguen sus planes inhumanos para desestabilizar el país. Las personas de buena voluntad oran por estos elementos terroristas, para que Dios cambie sus corazones y sus mentes, y pueden poner sus energías morales al servicio de la prosperidad y el desarrollo de Pakistán”.
Junto a una “acción constante del ejército y el gobierno para detener y prevenir la violencia, para asegurar la paz y la armonía en el país, está la responsabilidad de todos los 200 millones de ciudadanos de ese país, de cualquier religión, que están llamados a vivir y contribuir a la estabilidad y la prosperidad de la nación”, comentó.
Uno de los puntos fundamentales para el cambio de mentalidad y cultura, explica el sacerdote, es la escuela y la formación de las nuevas generaciones, a través de la obra de la educación.
“A partir de ahí se inicia la construcción de una mentalidad abierta, tolerante, que sabe dialogar, pacífica e inclusiva”, subrayó.
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