De acuerdo a una antigua tradición, el Apóstol Santiago llegó a la península Ibérica (España) para predicar el Evangelio; allí se le apareció la Virgen María, de pie, encima de un pilar o columna. En aquel encuentro se origina una de las devociones más extendidas y hermosas que hay en la Iglesia católica: la advocación a Nuestra Señora del Pilar, cuya fiesta se celebra hoy, como cada 12 de octubre.
La historia se desenvolvió de esta manera: alrededor del año 40 de la era cristiana, San Santiago, en una noche de oración a orillas del río Ebro, vio a la Madre de Jesús aparecer ante sus ojos. Ella le pidió que se edifique un templo dedicado a su santo nombre, y que el pilar sobre el que estaba parada estuviese junto al altar.
"Este sitio permanecerá hasta el fin del mundo para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que imploren mi ayuda", le dijo la Virgen María al Apóstol Santiago. Después de la aparición, San Santiago y sus discípulos comenzaron la construcción del templo, en cuyo interior permanece hoy la columna. Los españoles y foráneos que visitaban el lugar empezaron poco a poco a referirse a la Virgen María con el nombre de “Santa María del Pilar”. Aquella edificación es el primer templo del mundo dedicado a María Santísima y que permanece hasta hoy.
Así, el paso de los siglos atestigua el cumplimiento de lo prometido por la Madre de Dios al Apóstol Santiago. Ni las guerras, ni las invasiones, ni las bombas arrojadas durante la Guerra Civil española han podido alterar el lugar.
Por otro lado, el continente americano, evangelizado por misioneros españoles, fue constituido y sigue desarrollándose en su identidad bajo el auspicio y protección de la Virgen del Pilar, protectora de aquellos que llegaron a sus tierras con el propósito de anunciar a Cristo. Por eso, San Juan Pablo II, en 1984, reconoció a la Virgen del Pilar como “Patrona de la Hispanidad”.
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