En una entrevista concedida a ACI Prensa, el sacerdote salesiano recordó la experiencia vida en Yemen, cuando los terroristas los secuestraron luego de asesinar a cuatro misioneras de la caridad y a los voluntarios que ayudaban a dirigir la residencia de ancianos que las religiosas llevaban en Adén.
Según explicó, la situación en los últimos días había mejorado en Yemen, donde había una gran confusión consecuencia de la primavera árabe. “Las iglesias en Yemen habían sido atacadas y vandalizadas, pero en los días anteriores a mi secuestro la situación se había estabilizado un poco”, recuerda.
Sin embargo, la mañana del 4 de marzo de 2016 cuando estaba rezando en la capilla de las Misioneras de la Caridad escuchó unos disparos en el exterior. Vio como asesinaban a cuatro de ellas.
“Recé a la misericordia de Dios por las hermanas que habían muerto y también por los que las habían asesinado. Después dijeron que saliera fuera y me preguntaron si era musulmán. Les dije que no, que era cristiano. Y me metieron en la parte trasera del coche. Poco después abrieron la puerta de nuevo y lanzaron algo metálico envuelto en unas telas. Supe que era el sagrario que las hermanas tenían en la capilla”, explicó.
El P. Tom fue secuestrado por una célula yihadista y asegura que no sufrió torturas físicas, pero sí psicológicas. “Me quitaron todo, aunque me daban un poco de agua y de comida”, recordó. Durante ese tiempo le cambiaron de ubicación unas cinco o seis veces, pero afirma que nunca supo la localización exacta de dónde estaba secuestrado.
En los 18 meses que estuvo secuestrado, el P. Tom se mantuvo firme con la oración. “Fue gracias a la oración de todas las personas que rezaron por mí que pude soportar lo vivido. No fue por mi fortaleza personal, sino por la oración de mis hermanos y hermanas en la fe”, asegura.
Sin embargo, el P. Tom también se apoyó especialmente en la oración, durante esos duros momentos. “Todos los días rezaba el ángelus; tres o cuatro Rosarios; un Padrenuestro, Avemaría y Gloria por las hermanas fallecidas; la coronilla de la Misericordia meditaba el Vía Crucis y celebraba la Santa Misa de manera espiritual porque no tenía pan ni vino, pero decía las oraciones de memoria”, explicó.
“Rezaba por mis captores y agradecía a Dios la semilla de bondad que podían tener en sus corazones. Gracias a Dios nos les guardo rencor ni odio”, aseguró.
Además había un pasaje del Evangelio que en esos 18 meses meditó con frecuencia. “En el Evangelio está escrito que cada pelo de nuestra cabeza está contado y que no cae sin que nuestro Padre del Cielo lo sepa. Dios sabía todo lo que estaba sucediendo, porque debían haberme matado desde el principio, pero no fue así. Me mantuvieron con vida incluso habiendo dicho que era cristiano. Ahora estoy aquí, libre, para testimoniar que Dios está vivo, que ha escuchado nuestras oraciones y nos ha respondido. Yo he sido testigo del poder de la oración”, declaró a ACI Prensa.
Tras su liberación el 12 de septiembre de 2017, se encontró con el Papa Francisco, un momento que fue “tremendamente emotivo”. “Durante la reunión con el Papa lloré y le agradecí por las oraciones que él había rezado por mí y las que había pedido también que rezaran por mí”.
A todos los cristianos que sufren persecución en la actualidad, el P. Tom animó a mantenerse firmes en la oración y en la fe en Dios. “La oración es lo mejor que nos ha dado Dios y puede conseguirlo todo. Abandonaos en la voluntad el Señor, durante mi secuestro le pedía al Señor que me liberaran pronto, pero también le pedía que me diera la gracia para llevar a cabo la misión que Él tenía pensada para mí”, recordó.
Actualmente vive en Bagalore (India) ya que Yemen está en guerra, sin embargo asegura que está dispuesto a volver al país “si esa es la voluntad de Dios”.
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