"Padre, ¿en mi celda habrá un crucifijo?", preguntó el joven. "Sí, lo habrá", respondió el superior. "Pues eso me basta. Al mirar a Cristo Crucificado tendré fuerzas para sufrir, por amor a Él, cualquier padecimiento", acotó el muchacho quien, al tomar el hábito religioso, recibió el nombre de Lorenzo.
Siendo diácono obtuvo para la fe muchas conversiones gracias a su prédica. Tiempo después de ordenado sacerdote, el Papa Clemente VIII le pidió que trabajase en la conversión de los judíos, labor en la cual también destacó apoyado en su conocimiento del hebreo. Cierto día un sacerdote le preguntó cuál era su secreto para predicar y el santo respondió:
"En buena parte se debe a mi buena memoria. En otra buena parte a que dedico muchas horas a prepararme. Pero la causa principal es que encomiendo mucho a Dios mis predicaciones, y cuando empiezo a predicar se me olvida todo el plan que tenía y empiezo a hablar como si estuviera leyendo en un libro misterioso venido del cielo".
San Lorenzo dormía sobre tablas, se levantaba en las noches a rezar salmos, ayunaba con pan y verduras, huía de recibir honores y trataba de estar siempre alegre y de buen humor con todos.
En Alemania, con el Beato Benito de Urbino atendieron a las víctimas de una peste y fundaron conventos en Praga, Viena y Gorizia. Más adelante San Lorenzo fue elegido superior general de su orden, pero con los años pidió no ser reelegido porque pensaba que Dios lo reservaba para otros servicios.
A pedido del emperador Rodolfo II, fue y obtuvo la ayuda de los príncipes alemanes contra los turcos, llegando a ser incluso capellán general del ejército. En una campaña arengó a los combatientes, fue al frente de ellos sin armas y con un crucifijo, y los turcos sufrieron una aplastante derrota.
Se dice que a su regreso, el Santo se detuvo en el convento de Gorizia, donde el Señor se le apareció en el coro y le dio la comunión. Luego sirvió en varias misiones diplomáticas que favorecieron a la paz en diversas regiones de Europa.
Más adelante San Lorenzo se retiró al convento de Caserta y era frecuentemente arrebatado en éxtasis durante la celebración de la Misa. Partió a la Casa del Padre el 22 de julio de 1619, el mismo día de su cumpleaños. Fue canonizado en 1881 y en 1959 San Juan XIII le otorgó el título de Doctor de la Iglesia.
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