La investigación, de la cual se ha hecho eco el diario oficial del Vaticano, L’Osservatore Romano, permitió decodificar el manuscrito que había sido enrollado y quemado. En él se pueden leer fragmentos en hebreo del libro del Levítico que hacen referencia a sacrificios rituales.
La Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI) fue la encargada de desarrollar los trabajos, que consistieron en pruebas de carbono 14 (una de las más utilizadas para averiguar la fecha de algún objeto u obra de arte) en una intensa investigación por un grupo de arqueólogos americanos e israelíes. Para ello utilizaron un micro escáner tridimensional sobre un largo fragmento quemado de siete centímetros.
El pergamino fue descubierto en 1970 por Sefi Porath al dirigir las excavaciones arqueológicas en la sinagoga de Ein Gedi, a unos 40 kilómetros al sur de las cuevas de Qumran, donde fueron hallados los manuscritos del Mar Muerto.
Según ha declarado Porath a los medios, es “muy emocionante” el hallazgo ya que además es el único rollo de la Torá (libro sagrado judío equivalente al Antiguo Testamento de los cristianos) encontrado en una sinagoga en el interior de un arca sagrada.
Por su parte, Pnina Shor, conservadora de la Autoridad de Antigüedades de Israel, señaló durante una conferencia de prensa en la que se ha exhibido el pergamino que se trata de “un gran descubrimiento”. “Después de los manuscritos del Mar Muerto, éste ha sido el hallazgo más significativo de una Biblia antigua”, dijo.
Por su parte, los científicos estiman que los manuscritos del Mar Muerto, considerados como los más antiguos fragmentos bíblicos escritos jamás hallados, datan de entre el Siglo III a. C y el año 70 d. C.
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