El Papa Francisco resaltó 7 claves que han de tenerse en cuenta para formar sacerdotes católicos santos, en un discurso entregado a los participantes del Curso para Rectores y Formadores de Seminarios Latinoamericanos, organizado por el Dicasterio para el Clero.
En el texto, que el Santo Padre entregó a los presentes para luego dirigirse a ellos de forma improvisada en el Palacio Apostólico del Vaticano, el Papa Francisco resaltó la actualidad de los textos Pastores dabo vobis, del Papa San Juan Pablo II y Ministrorum institutio, de Benedicto XVI.
El Papa Francisco explicó luego que Dios mismo es quien hace posible que los seminaristas puedan convertirse en santos sacerdotes, muy necesarios para la evangelización “en las próximas décadas”.
“El Señor hace posible que lo imitemos y sigamos sus huellas, porque nos comunica el don de su gracia, que es capaz de transformar todo lo que somos: ‘alma, cuerpo y espíritu’, según su plan de plenitud para cada uno de nosotros”, subrayó.
1. Formación con carácter comunitario
En su discurso, el Santo Padre enfatizó que “la formación sacerdotal tiene un carácter eminentemente comunitario desde su mismo origen. La vocación al presbiterado, de hecho, es un don de Dios a la Iglesia y al mundo, es una vía para santificarse y santificar a los demás, que no se recorre de manera individual, sino teniendo siempre como referencia una porción concreta del Pueblo de Dios”.
En este contexto, continuó, “me permito hacerles notar que uno de los desafíos más relevantes que hoy enfrentan las casas de formación sacerdotal es que ellas sean verdaderas comunidades cristianas”.
Esto implica “no solo un proyecto formativo coherente, sino también un número adecuado de seminaristas y formadores que asegure una experiencia realmente comunitaria en todas las dimensiones de la formación”.
“Este desafío exige en no pocas ocasiones empeñarse en crear o consolidar seminarios interdiocesanos, provinciales o regionales”, inspirados “por las actuales orientaciones de la Iglesia”.
2. Integrar los dones de la gracia y la naturaleza herida
“En los seminaristas, como en cada uno de nosotros, interactúan y coexisten dos aspectos que deben integrarse recíprocamente, los dones de la gracia y los rasgos de la naturaleza herida; el servicio que ustedes han de desempeñar es precisamente el unir ambas realidades en un camino de fe y maduración integral”, indicó el Papa Francisco.
El Papa precisó que no se debe formar “superhombres” sino “hombres que con humildad sigan el proceso elegido por el Hijo de Dios, que es el camino de la encarnación”.
Francisco subrayó luego que “las motivaciones vocacionales auténticas, esto es, el seguimiento del Señor y la instauración del Reino de Dios están a la base de un proceso que es a la vez humano y espiritual”.
3. Lectura creyente de la propia historia
En este sentido, “una de las tareas más relevantes en el proceso formativo de un sacerdote es la gradual lectura creyente de la propia historia. Esta visión providencial del propio camino es la materia principal del discernimiento personal y eclesial de la propia vocación”.
En efecto, escribió el Papa Francisco, “cada seminarista, primero, y cada sacerdote después, con acentos y matices distintos debe ir actualizándola constantemente, especialmente en las coyunturas más significativas del propio camino sacerdotal”.
De ese modo, “el contraste con quienes lo acompañan en este proceso, tanto en el fuero interno como en el fuero externo, le permitirá vencer cualquier tentación de autoengaño subjetivista y abrirán la valoración a perspectivas muchos más amplias y objetivas”.
4. Los formadores educan con la vida
El Papa Francisco resaltó que es necesario “ser conscientes también del impacto formativo que la vida y ministerio de los formadores tiene en los seminaristas. Los formadores educan con su vida, más que con sus palabras”.
En ese sentido, “una sana maduración humana coherente con la consolidación de la propia vocación y misión, que incluye la normal superación de dificultades y períodos de crisis, permite al sacerdote formador renovar constantemente la base sobre la que se sustenta su configuración con Cristo, Siervo y Buen Pastor”.
Sobre este aspecto, indicó el Papa Francisco, “la armonía humana y espiritual de los formadores, particularmente del Rector del Seminario, es una de las mediaciones más importantes en el acompañamiento formativo”.
5. Formación en la capacidad de escucha y diálogo
El Santo Padre subrayó asimismo que “uno de los indicadores de maduración humana y espiritual es el desarrollo y la consolidación de la capacidad de escucha y del arte del diálogo, que naturalmente están anclados en una vida de oración, donde el sacerdote cotidianamente entra en diálogo con el Señor, incluso en momentos de aridez o de confusión”.
“La disposición a escuchar y a empatizar con los demás más que un instrumento de evangelización, es precisamente el ambiente donde esta germina, florece y da frutos”, añadió.
El Santo Padre destacó la “importancia de recurrir cada día a Jesús, ponerse de rodillas y ante su presencia aprender de Él que es manso y humilde de corazón, de modo que poco a poco nuestro corazón aprenda a latir al ritmo del corazón del Maestro”.
6. El rol formativo del rector
El Papa Francisco indicó que el rector de un seminario “debe manifestar una preocupación constante por cada uno de los formadores, manteniendo un diálogo abierto y sincero respecto de su vida y servicio”.
Esto, “sin descuidar de hacerse eco de aquellos aspectos más personales de los que muchas veces depende la superación de los problemas que pueden surgir al interno del equipo formativo”.
“Tengan presente que los formadores son para el Rector del Seminario sus hermanos más próximos, hacia los cuales debe estar dirigido de modo privilegiado el ejercicio de la caridad pastoral”, aseguró.
7. El acompañamiento formativo y espiritual de los formadores
El Papa Francisco se refirió a la importancia del “acompañamiento formativo de los formadores”, para que tengan una amplia ayuda en su tarea para que “cada futuro pastor pueda ir discerniendo y consolidando no solo una genuina vocación al presbiterado, sino también el modo personal e irrepetible que el Señor ha trazado para que lo viva y ejerza”.
Esta ayuda puede extenderse con otras personas o especialistas, y no solo sacerdotes, explicó el Papa Francisco.
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