El Papa Francisco pidió a los fieles de toda la Iglesia que se unan mañana sábado 22 de mayo en oración a los ordinarios católicos de Tierra Santa en la vigilia de Pentecostés que ofrecerán por la paz entre israelíes y palestinos.
El ejército israelí y el grupo terrorista Hamás han mantenido durante 12 días violentos enfrentamientos con lanzamientos de misiles desde la Franja de Gaza, controlada por Hamás, hacia ciudades fronterizas israelíes y bombardeos del ejército de Israel sobre Gaza.
Ambas partes acordaron un alto el fuego por intermediación de Egipto y de Estados Unidos que entró en vigor en la madrugada de este viernes 21 de mayo.
El Pontífice, en el discurso que pronunció esta mañana ante los nuevos embajadores ante la Santa Sede de Singapur, Zimbabue, Bangladesh, Argelia, Sri Lanka, Barbados, Suecia, Finlandia y Nepal, aseguró que “mi pensamiento se dirige a cuanto está sucediendo estos días en Tierra Santa”.
El Papa dio las gracias a Dios “por la decisión de detener los enfrentamientos armados y deseo que se recorran los caminos del diálogo y de la paz”.
Fue entonces cuando explicó que “mañana por la tarde los ordinarios católicos de Tierra Santa celebrarán junto a sus fieles la vigilia de Pentecostés en la iglesia de San Esteban en Jerusalén, pidiendo el don de la paz. Aprovecho la ocasión para pedir a todos los pastores y fieles de la Iglesia católica que se unan a ellos en oración”.
“Que en toda comunidad se eleve la súplica al Espíritu Santo para que israelíes y palestinos puedan encontrar el camino del diálogo y del perdón, para ser pacientes constructores de paz y de justicia abriéndose, paso a paso, a una esperanza común y a una convivencia entre hermanos”, solicitó.
Pandemia y crisis social y económica
En su discurso ante los embajadores, el Papa recordó que “debido a la pandemia, la crisis social y económica se ha vuelto en todo el mundo todavía más grave. En el ámbito personal, muchos han perdido a sus seres queridos y medios de subsistencia. Las familias, en particular, se encuentran ante graves dificultades económicos y, con frecuencia, no disponen de la adecuada protección social”.
“La pandemia nos ha hecho conscientes de nuestra interdependencia como miembros de la única familia humana, así como de la necesidad de dirigir la atención a los pobres y a los indefensos que están entre nosotros”.
Señaló que “mientras tratamos de salir de la actual crisis, nuestras sociedades se han situado ante el desafío de realizar pasos concretos, verdaderamente valientes, para desarrollar una cultura del cuidado global que pueda inspirar el surgimiento de nuevas relaciones y estructuras de cooperación al servicio de la solidaridad, del respeto a la dignidad humana, de la asistencia recíproca y de la justicia social”.
El Santo Padre lamentó que “la pandemia también nos ha hecho conscientes de que la comunidad internacional está viviendo una creciente dificultad, cuando no incapacidad, de buscar soluciones comunes y compartidas a los problemas de nuestro mundo”.
En este sentido, el Papa destacó “la necesidad de hacer frente a cuestiones globales urgentes como las de las migraciones y el cambio climático, así como la crisis humanitaria que con frecuencia se derivan de ellas”.
“Pienso también en la deuda económica sobre muchos países que luchan por sobrevivir y en la deuda ecológica que tenemos con la misma naturaleza, así como en los pueblos y países afectados por la degradación medioambiental causada por el hombre y la pérdida de la biodiversidad”.
Estos problemas “no son simplemente políticos o económicos; son cuestiones de justicia, una justicia que no puede ser ignorada o aplazada. Se trata, de hecho, de un deber moral intergeneracional, porque la seriedad con que respondamos a tales cuestiones determina el mundo que dejaremos a nuestros hijos”.
“En el desarrollo de un consenso global, capaz de responder a estos desafíos éticos que nuestra familia humana debe afrontar, vuestra labor diplomática es de fundamental importancia”, dijo el Pontífice a los nuevos embajadores.
“Por su parte”, detalló el Papa, “la Santa Sede, por medio de sus representaciones diplomáticas y su actividad dentro de la comunidad internacional, sostiene todo esfuerzo por construir un mundo en el que la persona humana esté en el centro, las finanzas estén al servicio de un desarrollo integral y la Tierra, nuestra casa común, esté protegida y se la cuide”.
Por último, hizo hincapié en que “por medio de sus obras de educación, caridad y asistencia sanitaria en todo el mundo, la Iglesia se esfuerza en favor del bien común promoviendo el desarrollo de las personas y de los pueblos, y de este modo trata de contribuir a la causa común de la paz”.
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