El Papa Francisco ha anunciado hoy los decretos de martirio de los siervos de Dios, P. Juan Elías Medina, sacerdote diocesano y 126 compañeros mártires que fueron asesinados por odio a la fe en España durante la Guerra Civil española (1936-1939) y también ratificó las virtudes heroicas del P. Andrés Manjón, sacerdote y fundador de las llamadas Escuelas del Ave María.
El P. Manjón nació en Sargentes de Lora, Granada (España) en el año 1846, en una familia de campesinos. Cuando tenía 15 años entró en el seminario de Buros y terminó sus estudios eclesiásticos en el Seminario Mayor de Valladolid en 1872. Se licenció y realizó el doctorado en Derecho Canónico, dio clase en la Universidad de Salamanca y posteriormente se trasladó a la Universidad de Granada.
Durante sus años de universidad siguió madurando la decisión de ordenarse sacerdote, hasta que en el año 1886 fue ordenado en la Abadía del Sacromonte de Granada (España).
Desde esta abadía podía ver la miseria y el abandono cultural que sufrían los pobres y gitanos de la ciudad por eso decidió fundar unas escuelas para niños indigentes. Comenzaron en 1889 y se llamaron “Escuelas del Ave María” y se multiplicaron rápidamente no sólo en la ciudad de Granada, sino en toda España.
El programa pedagógico de estas escuelas se centra en el espíritu religioso como parte esencial de una educación completa para los niños y jóvenes. El nombre de “Escuelas del Ave María” indica el constante recuerdo a la Madre de Dios en toda su pedagogía, de la que es clave el amor cristiano, que tiene en el corazón especialmente a los pobres y descartados de la sociedad.
En 1918, después de 38 años como profesor, se retiró como profesor de la Universidad de Granada y se dedicó especialmente a la consolidación de las escuelas.
El P. Manjón murió en Granada con 76 años por un cáncer de estómago.
127 mártires de la Guerra Civil
El P. Juan Elías Medina encabeza la causa de martirio. Él nació en el año 1902 en Castro del Río, Córdoba (España), se ordenó sacerdote con 24 años. En julio de 1936 le detuvieron y encarcelaron, como victima de la persecución religiosa. En sus días prisionero se afanó en ayudar y asistir espiritualmente a sus compañeros. En la mañana del 25 de septiembre de 1936 , junto con otros 14 compañeros, fue llevado al cementerio. Allí volvió a confesar su fe gritando ¡Viva Cristo Rey! y perdonando a sus asesinos antes de morir.
La situación política y social existente en España durante el periodo de la Guerra Civil estuvo muy marcada por la persecución religiosa Estos 127 mártires reconocidos hoy pertenecen a la Diócesis de Córdoba (España), el grupo está compuesto por 79 sacerdotes, 5 seminaristas, 3 frailes franciscanos, 1 religiosa y 39 fieles laicos, de los que 29 eran hombres y 10 mujeres.
Los demás siervos de Dios fueron asesinados también por los milicianos republicamos en lugares, circunstancias y fechas distintas. Se les asesinó de manera brutal y violenta, de hecho, dos de estos mártires murieron por los malos tratos sufridos durante su estancia en prisión.
Aunque las muertes de estos siervos de Dios tuvieron lugar durante la Guerra Civil, antes del inicio del conflicto ya había comenzado un violento clima de persecución religiosa. El odio a la fe fue el motivo principal para que los milicianos republicanos mataran a miles de sacerdotes, religiosos y fieles laicos.
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