El Cardenal Peter Turkson, Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, dijo que la ordenación de viri probati, hombres casados de probada virtud, “podría convertirse probablemente en un tema de un estudio más detallado, para que la Iglesia tome una posición consistente”.
En declaraciones a EWTN News Nightly, el Cardenal Turkson, en el contexto del Sínodo de la Amazonía que se celebra en Roma hasta el próximo 27 de octubre, señaló que algunos desafíos que plantea la Amazonía también se encuentran en otros lugares del mundo.
Por ello, la posición de la Iglesia sobre este asunto debe adoptarse “no solo con la vista puesta en el Amazonas, sino en toda la Iglesia universal”.
En sus declaraciones, el Cardenal explicó que la Amazonía presenta una serie de problemas “que llevaron al Papa a convocar este Sínodo. Se refieren a aquello que el Papa escribió en su encíclica Laudato si’ sobre el grito de la tierra y el grito de los pobres”.
“La tierra, en este caso, es todo el planeta, representado por lo que está sucediendo en el Amazonas. Y el grito de los pobres, en este caso, es también el de los pobres de todo el mundo, pero representados por las poblaciones indígenas, los pueblos de África y todos los grupos que viven en la Amazonía. Estos son los dos asuntos cruciales”.
Señaló que “estamos tratando de escuchar y de responder a esos dos gritos de la tierra y de los pobres, y luego mirar a la responsabilidad que tiene la Iglesia en esto”.
En ese sentido, explicó que se está analizando el cuidado pastoral de la Iglesia, “cómo de efectivo y suficiente ha resultado, y la necesidad de mirar a nuevos caminos para actuar de manera coherente, consistente y duradera”.
Subrayó que “el Amazonas se mira en el espejo de África, porque la situación en el Amazonas es muy similar a países como el Congo. En ambos casos hay problemas de accesibilidad, que puede resultar difícil y reducida”.
Afirmó que en África, a lo largo de los años, se ha alentado a las comunidades locales. En ese sentido dijo que “los catequistas, a quienes se consideraban el jefe de la comunidad y del grupo, tenían el derecho y el poder de administrar la comunidad con competencia, predicaban la Palabra de Dios, a veces bautizaban y enterraban, y en ocasiones oficiaban algunos matrimonios, y eran ministros extraordinarios de la Eucaristía”.
“Eso es algo que se está haciendo. La gente del Sínodo está escuchando y dice que está bien, pero todavía no pueden celebrar la Eucaristía, y eso es lo que queremos. Queremos gente que pueda celebrar la Eucaristía para que no sean únicamente ministros eucarísticos extraordinarios, y eso supondría que la Eucaristía estuviera allí para ser distribuida. Se está buscando a alguien que pueda ungir a los enfermos, escuchar las confesiones, celebrar la Eucaristía con la gente, y eso, por supuesto, requiere de un ministerio ordenado, para lo cual, los ejemplos en África se quedan cortos”, señaló.
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