Según las fuentes de que se disponen los tres quedaron huérfanos tempranamente, siendo Vicente, el mayor, quien se encargó del cuidado de sus hermanas.
A inicios del siglo IV los hermanos llegaron a Ávila huyendo de las persecuciones. Allí Vicente fue detenido e interrogado por el pretor Publio Daciano, prefecto romano de Hispania y gobernador de la Bética.
Al confesar que era cristiano, Vicente fue requerido para que abjurara de su fe e hiciera sacrificios a los dioses paganos.
Estando en prisión fue visitado por sus hermanas Sabina y Cristeta, quienes le suplicaron que escapase con ellas. Aunque en primer momento no quiso hacerles caso, finalmente fue convencido y huyeron.
En la Sierra de San Vicente (provincia de Toledo) se encuentra la cueva donde estuvieron ocultos los tres santos durante la búsqueda ordenada por Daciano. Tiempo después fueron capturados cerca de Ávila y martirizados con crueldad.
Hoy sus restos se encuentran en la Basílica de San Vicente en Ávila.
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