La lista de mártires católicos asesinados durante la Guerra Civil española (1936-1939) y el período inmediatamente anterior correspondiente al régimen de la II República sigue aumentando.
El Papa Francisco firmó el miércoles 7 de noviembre los decretos de la Congregación para las Causas de los Santos que reconocen el martirio de 9 seminaristas asturianos y un laico catalán; todos ellos asesinados por ser católicos, un hecho que para sus asesinos era suficiente para acabar con sus vidas.
Con estos son ya 1.901 los mártires españoles del siglo XX reconocidos por la Iglesia, aunque, según algunos estudios, se calcula que las cifras de muertos como consecuencia de la persecución religiosa durante la república y la Guerra Civil Española ascienden a más de 10.000 fallecidos.
De los 9 seminaristas del Seminario de Oviedo, capital de la región española de Asturias, 6 de ellos fueron asesinados durante la revolución de octubre de 1934. Esta revolución, que tuvo sus dos focos principales en Asturias y en Cataluña, fue un levantamiento revolucionario de izquierda contra la II República gobernada en aquel momento por una coalición de partidos conservadores.
Los mártires ahora reconocidos son Ángel Cuartas Cristobal, de 24 años, nacido en 1910 en Lastres; Gonzalo Zurro Fanju, de 21 años, nacido en 1912 en Avilés; José María Fernández Martínez, de 19 años, nacido en 1915 en Muñón Cimero; Juan José Castañón Fernández, de 18 años, nacido en 1916 en Moreda de Aller; Jesús Prieto López, de 22 años, nacido en 1912 en La Roda; y Mariano Suárez Fernández, de 23 años, nacido en 1910 en El Entrego.
Todos ellos fueron fusilados por los revolucionarios el 7 de octubre de 1934. Los otros 3 seminaristas fueron asesinados en 1936 y 1937, durante la guerra civil.
Luis Prado García, de 21 años, nacido en 1914 en San Martín de Laspra, entró en el seminario en 1930. Durante las persecuciones religiosas trató de esconderse en casa de unos familiares en Avilés. Sin embargo, los milicianos no tardaron en descubrirlo y lo trasladaron a Gijón, donde lo fusilaron el 4 de septiembre de 1936. Murió gritando “¡Viva Cristo Rey!”.
Manuel Olay Colunga, nació en 1911 en Noreña, tenía 25 años cuando lo mataron de un disparo el 22 de septiembre de 1936. Entró en el Seminario en 1926 y fue hecho prisionero poco después de estallar la guerra. Estuvo encarcelado en Gijón y luego en San Esteban de las Cruces antes de ejecutarlo.
Por último, Sixto Alonso Hevia nació en Luanco en 1916. Ingresó en el seminario en 1929 y ya había concluido tercero de Filosofía cuando comenzó la guerra. Fue obligado a combatir en el bando republicano. Sin embargo, fue degollado el 27 de mayo de 1937 cuando lo descubrieron rezando a Dios. Tenía 21 años.
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