Hoy comienza el Mes de María en Chile

La Iglesia en Chile inicia este 8 de noviembre el Mes de María, una celebración que está llena de expresiones de amor a la Madre de Jesús y que se extiende hasta la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre.

A diferencia de la mayoría de los países que lo celebran en mayo, en Chile, debido a las bajas temperaturas, el mes de María traslada a los dos últimos meses del año, como propuso en 1854 el Obispo Auxiliar de Santiago, Mons. Joaquín Larraín Gandarillas.

Hasta el día de hoy, este período primaveral del año es para miles de devotos ocasión de demostrar su amor a María con expresiones de fe que van desde la confección de altares, la oración comunitaria, Rosarios comunitarios, procesiones, entre otras iniciativas.

Como ya es tradición en la Catedral Metropolitana de Santiago de Chile y en las parroquias del país, se honrará a la Santísima Virgen con las oraciones cotidianas del mes de María, así como con el rezo del Rosario, la celebración de Misas, la administración del sacramento de la Reconciliación y Adoración al Santísimo.

Por su parte, la oficina de prensa de la Conferencia Episcopal de Chile puso a disposición de los fieles el recurso “Con mi Madre cada día”, una plataforma digital que contempla oraciones para cada día del mes, pautas para la lectio divina, letanías, información sobre santuarios marianos y una sección dedicada a los niños. Puede acceder al recurso AQUÍ.

Para la celebración en los hogares, la Delegación para la Pastoral Familiar de la Arquidiócesis de Santiago elaboró un esquema de oración para ser complementado con el libro “Mes de María”, de la Conferencia Episcopal de Chile (CECh). Puede acceder al recurso AQUÍ.

Desde el Seminario Pontificio de Santiago, cada día del mes de María los seminaristas subirán a Facebook e Instagram un video sobre la Virgen, para invitar a ofrecer este mes por las vocaciones bajo el hashtag #MariaMadreDeLasVocaciones

Dentro de las oraciones particulares destaca la compuesta por el P. Rodolfo Vergara Antúnez, que une a miles de católicos a lo largo de Chile: la oración inicial y final para todos los días del “Mes de María Inmaculada”.

Oración inicial del Mes de María

¡Oh, María!, durante el bello mes que te está consagrado, todo resuena con tu Nombre y alabanza. Tu Santuario resplandece con nuevo brillo y nuestras manos te han elevado un trono de gracia y de amor, desde donde presides nuestras fiestas y escuchas nuestras oraciones y votos.

Para honrarte, hemos esparcido frescas flores a tus pies y adornado tu frente con guirnaldas y coronas. Mas, ¡oh, María!, no te das por satisfecha con estos homenajes; hay flores cuya frescura y lozanía jamás pasan y coronas que no se marchitan. Éstas son las que Tú esperas de tus hijos, porque el más hermoso adorno de una madre es la piedad de sus hijos y la más bella corona que pueden poner a sus pies es la de sus virtudes.

Sí, los lirios que Tú nos pides son la inocencia de nuestros corazones. Nos esforzaremos pues, durante el curso de este mes consagrado a tu gloria, ¡oh, Virgen Santa! en conservar nuestras almas puras y sin mancha, y en separar de nuestros pensamientos, deseos y miradas, aun la sombra misma del mal.

La rosa, cuyo brillo agrada a tus ojos es la caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos. Nos amaremos pues los unos a los otros como hijos de una misma familia cuya madre eres, viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal.

En este mes bendito, procuraremos cultivar en nuestros corazones la humildad, modesta flor que te es tan querida y con tu auxilio llegaremos a ser puros, humildes, caritativos, pacientes y esperanzados.

¡Oh, María!, haz producir en el fondo de nuestros corazones todas estas amables virtudes, que ellas broten, florezcan y den al fin frutos de gracia, para poder ser algún día dignos hijos de la más Santa y de la mejor de las madres.

Amén.

Oración final del Mes de María

Oh María, Madre de Jesús, nuestro Salvador y nuestra buena Madre. Nosotros venimos a ofrecerte con estos obsequios que colocamos a tus pies, nuestros corazones, deseosos de agradarte y a solicitar de tu bondad un nuevo ardor en tu santo servicio.

Dígnate presentarnos a tu Divino Hijo, que en vista de sus méritos y a nombre de su Santa Madre, dirija nuestros pasos por el sendero de la virtud. Que haga lucir con nuevo esplendor la luz de la fe sobre los infortunados pueblos que gimen por tanto tiempo en las tinieblas del error; que vuelvan hacia Él y cambie tantos corazones rebeldes cuya penitencia regocijará su corazón y el tuyo. Que convierta a los enemigos de su Iglesia y que en fin encienda por todas partes el fuego de su ardiente caridad. Que nos colme de alegría, en medio de las tribulaciones de esta vida, y de esperanza para el porvenir.

Amén.

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