El 13 de mayo de 1981, un día como hoy hace 41 años, el Papa San Juan Pablo II se salvó de morir en el día en que la Iglesia celebra a la Virgen de Fátima.
Ese día, cuando el Santo Padre recorría la Plaza de San Pedro en el papamóvil saludando a los peregrinos reunidos para la audiencia general de ese miércoles, fue herido gravemente de bala por los disparos del turco Mehmet Alí Agca. Herido, el Santo Padre fue conducido al Hospital Gemelli, donde permaneció varios meses.
El sitio web del Vaticano recuerda que la audiencia general nunca se realizó y que, cuando San Juan Pablo II terminaba de dar la primera vuelta con el papamóvil para saludar a los más de 30 mil fieles presentes, ocurrió el atentado.
San Juan Pablo II en brazos de su secretario, el ahora Cardenal Stanislaw Dziwisz. Crédito: Vatican News
“La inmensa multitud quedó atónita y sumida en la más profunda consternación. La única reacción común fue la plegaria. Los altavoces explicaron lo acaecido y la inmensa asamblea comenzó a rezar. La voz del Vicario de Cristo no llegó a oírse”, explica el Vaticano.
Ese día, en su saludo a los enfermos, el Papa San Juan Pablo II tenía preparadas unas palabras que luego podrían aplicarse a su propia situación.
El Papa confió los enfermos “a la Virgen María Madre de Cristo, a quien está consagrado el mes de mayo en la piedad y el alma de los fieles. Ella conoció en su existencia la alegría más íntima y honda junto a la tristeza y a la prueba más terrible. Así ocurre a cada uno de nosotros, y el gozo se alterna con el dolor mezclando en nuestra vida las rosas con las espinas”.
“La Virgen Santísima, que es flor de los valles y Madre Dolorosa, nos conceda que sepamos transformar en mérito la suerte que nos sitúa con Ella al pie de la cruz”, agregó.
Ese fatídico 13 de mayo, el Papa peregrino iba a ofrecer una catequesis sobre los 90 años de la publicación de la encíclica social Rerum novarum del Papa León XIII; y también iba a anunciar la creación del Pontificio Consejo para la Familia.
Otra vista del Papa San Juan Pablo II herido en el papamóvil. Crédito: Vatican News
Aunque ninguna de estas palabras fueron dichas por San Juan Pablo II, el Vaticano las publicó precisando que pasaban a formar parte las “enseñanzas pontificias”.
Luego del atentado, el Papa Wojtyla se acercó más a la devoción por la Virgen de Fátima convencido de que Santa María lo protegió.
El 14 de mayo de 2006, cuando se cumplían 25 años del atentado, el Papa Benedicto XVI recordó el atentado y dijo que “Juan Pablo II sintió que había sido salvado milagrosamente de la muerte por la intervención de ‘una mano materna’, como él mismo dijo, y todo su pontificado estuvo marcado por lo que la Virgen había anunciado en Fátima: ‘Al final mi Corazón Inmaculado vencerá’”.
San Juan Pablo II señaló que cuando fue alcanzado por la bala, no se dio cuenta que era el "aniversario del día en que la Virgen se apareció a tres niños en Fátima". Luego narró que fue su secretario personal, el ahora Cardenal Stanislaw Dziwisz, quien se lo hizo notar tras la operación en la que le extrajeron un proyectil del intestino.
Fueron cuatro balas las que alcanzaron a San Juan Pablo II, dos de ellas se alojaron en su intestino, otra impactó en su brazo derecho y la cuarta bala en la mano izquierda.
Durante su convalecencia, San Juan Pablo II estudió los informes de las apariciones de Fátima y al año del atentado viajó por primera vez a su santuario en Portugal para "agradecer a la Virgen su intervención para la salvación de mi vida y el restablecimiento de mi salud".
San Juan Pablo II y Ali Agca. Crédito Vatican Media
En diciembre de 1983, el Santo Padre visitó y perdonó en la cárcel romana de Rebibbia a Agca quien preguntó: "¿Por qué no murió? Yo sé que apunté el arma como debía y sé que la bala era devastadora y mortal. ¿Por qué entonces no murió? ¿Por qué todos hablan de Fátima?".
En 1984, el Papa Wojtyla formalizó su devoción y agradecimiento a la Virgen donando al santuario de Fátima la bala que le extrajeron y que fue engarzada en la aureola de la corona de la imagen.
La faja blanca que el Pontífice llevaba el día del atentado fue donada al Santuario Mariano polaco de Jasna Gora, símbolo de la unidad de Polonia.
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