Las dominicas del Monasterio Inmaculada del Valle de Catamarca (Argentina) bordaron 413 estolas para la ceremonia de beatificación de Fray Mamerto Esquiú que se realizará el sábado 4 de septiembre en Catamarca.
Los ornamentos litúrgicos que serán usados en la Misa de beatificación, que se realizará en la explanada de la iglesia San José, en Piedra Blanca de Catamarca, fueron elaborados por las seis monjas y la postulante del convento de clausura.
Las religiosas conocían poco de la historia del humilde franciscano que llegó a ser Obispo de Córdoba en 1880, hasta que se pusieron manos a la obra.
“El Señor quiso traernos a la tierra de la Virgen y de un santo argentino, muy nuestro, de la gente sencilla, y esto significa una bendición”, manifestó sor Teresa, Priora del Convento.
“Nosotras dentro de nuestros estudios leemos la vida de santos dominicos y de pronto aparece un franciscano que ‘te mueve el piso’. Y ahora cada vez que salimos a hacer una diligencia o ir al médico, pasamos por la iglesia de San Francisco y pedimos su protección”.
“Realizar esta tarea fue un modo de estar cerca del fray Mamerto, fue ponernos codo a codo con el santo, encomendarnos y ponernos bajo su protección”, agregó.
“Cada vez que trabajamos, pedimos por mucha gente que necesita, tanta gente que diariamente nos pide oraciones. Este es el trabajo propio de un monasterio, un trabajo manual, muy diferente a un trabajo de fábrica”.
“Cada una de las estolas está hecha con dedicación y oración. Trabajar así fue muy bello, porque nos acercamos mucho al Padre Esquiú”, explicó sor Teresa.
Las monjas dominicas dedicaron unas siete horas diarias a la confección de las estolas y tuvieron varios inconvenientes.
La máquina se rompió, a veces por un descuido se bordó mal y todo debía volver al inicio.
Pero la priora del convento aseguró que “las obras del Señor siempre salen con la cruz, con el dolor, con la preocupación y con la experiencia de decir que ‘esto me supera’”.
“Esto no es algo humano por más que tengas que sentarte a enhebrar una aguja, estamos trabajando aquí por la Iglesia. Cuando caímos en la cuenta ya habíamos empezado a ser amadas por Mamerto Esquiú”, afirmó sor Teresa.
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