El Papa Francisco recordó que hombres y mujeres tienen la misma igualdad y, denunció que, a lo largo de la historia, hasta el día de hoy, “hay una esclavitud de la mujer”.
En su catequesis de este miércoles 8 de septiembre, durante la Audiencia General que presidió en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Santo Padre señaló que San Pablo, en su Carta a los Gálatas, subraya la igualdad de todas las personas por medio de la redención de Cristo.
Igualdad entre judíos y paganos, entre libres y esclavos, entre hombres y mujeres. Y, a pesar de ello, lamentó el Pontífice, la igualdad entre el hombre y la mujer, proclamada por San Pablo de forma revolucionaria, “hay necesidad de reafirmarla también hoy”.
“Cuántas veces nosotros escuchamos expresiones que desprecian a las mujeres. Decir: ‘No pasa nada. Cosas de mujeres’. Mira que hombre y mujer tienen la misma dignidad y en la historia hay, hasta hoy, una esclavitud de la mujer. Las mujeres no tienen la misma oportunidad que las mujeres. Debemos leer esto que dice Pablo: somos iguales en Cristo Jesús”.
En su carta “Pablo afirma la profunda unidad que existe entre todos los bautizados, a cualquier condición pertenezcan, porque cada uno de ellos, en Cristo, es una criatura nueva. Toda distinción se convierte en secundaria respecto a la dignidad de ser hijos de Dios, el cual con su amor realiza una verdadera y sustancial igualdad. Todos, trámite la redención de Cristo y el Bautismo que hemos recibido, somos iguales: hijos e hijas de Dios. Iguales”.
“Pablo subraya que la fe en Jesucristo nos ha permitido convertirnos realmente en hijos de Dios y sus herederos”, explicó el Papa.
Esa filiación de la que habla Pablo “ya no es la general que afecta a todos los hombres y las mujeres en cuanto hijos e hijas del único Creador. En el pasaje que hemos escuchado él afirma que la fe permite ser hijos de Dios ‘en Cristo’”.
“Es este ‘en Cristo’”, insistió el Papa, “el que hace la diferencia. Hemos sido hechos hijos de Dios como todos. Todos los hombres y mujeres somos hijos de Dios, cualquiera que sea la religión que tengamos. Pero es el ‘en Cristo’ el que marca la diferencia para los cristianos. Esto viene de la participación de la redención de Cristo y, en nosotros, en el Sacramento del Bautismo, así comienza. Jesús se ha convertido en nuestro hermano, y con su muerte y resurrección nos ha reconciliado con el Padre. Quien acoge a Cristo en la fe, por el bautismo es ‘revestido’ por Él y por la dignidad filial”.
Por lo tanto, Francisco señaló que Pablo enseña que, por medio del bautismo y de la redención de Cristo, se consagra la igualdad de las personas una igualdad que elimina las diferencias entre libres y esclavos. Sin embargo, advirtió que esa igualdad todavía no es efectiva, porque todavía existen esclavos en el mundo: “Mucha gente en el mundo, mucha, millones, que no tienen derecho a comer, no tienen derecho a la educación, no tienen derecho al trabajo. Son los nuevos esclavos. Son los que se encuentran en las periferias y que son explotados por todos. También hoy hay esclavitud. Pensemos un poco en esto. Demos a esta gente la dignidad humana”.
En cambio, “somos iguales porque somos hijos de Dios, y somos hijos de Dios porque nos ha redimido Jesucristo. Y hemos entrado en esta dignidad por medio del Bautismo”.
“Cualquier cosa que agrave las diferencias entre las personas, causando a menudo discriminaciones, todo esto, delante de Dios, ya no tiene consistencia, gracias a la salvación realizada en Cristo. Lo que cuenta es la fe que obra siguiendo el camino de la unidad indicado por el Espíritu Santo. Nuestra responsabilidad es caminar decididamente por este camino de la igualdad. Pero la igualdad que está sostenida, que la hemos recibido, por la redención de Jesús”, concluyó el Papa Francisco.
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