El Arzobispo de Managua (Nicaragua), Cardenal Leopoldo Brenes Solórzano, pidió a los fieles católicos no bajar la guardia ante el avance del COVID-19 y ser una Iglesia solidaria y responsable que cuide de la salud de todos con los protocolos correspondientes.
Así lo expresó el Purpurado en una circular del 22 de agosto, ante la “crítica situación sanitaria que afrontamos”. Por ello alentó a que “con fe y confianza en la Divina Providencia, con serenidad y mucha responsabilidad, no bajemos la guardia en el cumplimiento del protocolo básico (uso de mascarilla, sanitización de manos y distanciamiento físico recomendado)”.
El Cardenal resaltó que este protocolo lo “hemos venido practicando tanto a nivel personal, así como en los espacios litúrgicos y pastorales que están bajo nuestra responsabilidad eclesial”.
El comunicado del Purpurado nicaragüense se publica tres días después de que presidiera una Misa en la que llamó a los fieles a recibir la vacuna contra el COVID-19 y a tomar las medidas de bioseguridad necesarias para detener el contagio, al tiempo que lamentó el fallecimiento de 14 sacerdotes en el país durante la pandemia.
Hasta el 22 de agosto, las cifras del Ministerio de Salud en Nicaragua dan cuenta de 10.475 casos de coronavirus con 198 fallecidos.
Estas cifras contrastan con las del Observatorio Ciudadano COVID-19, una red independiente de médicos y voluntarios que dan seguimiento a la pandemia, que reporta 3.905 fallecimientos por neumonía y otros síntomas relacionados con el coronavirus, así como 21.290 casos sospechosos de contagio.
La población actual en Nicaragua es de aproximadamente 6,5 millones de habitantes.
Según informa la agencia Efe, el Gobierno de Nicaragua es criticado desde diversos sectores por continuar promoviendo eventos masivos y aglomeraciones, en contradicción con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
El lunes 23 de agosto, el Fondo Monetario Internacional entregó a Nicaragua más de 353 millones de dólares para enfrentar la crisis económica agravada por la pandemia.
En la circular del 22 de agosto, el Cardenal Brenes recordó que “es tarea y obligación de todos nosotros, pastores y fieles, el unir esfuerzos en el cuido de nuestra salud, y dar testimonio de una Iglesia responsable y solidaria”.
“Nuestros templos y capillas estarán abiertos en horarios oportunos según la realidad de cada comunidad, cuidando el protocolo arriba indicado, así como el protocolo establecido en cada comunidad parroquial”, continuó.
El Cardenal indicó que “si la situación particular de una comunidad o institución eclesial amerita implementar un plan de emergencia, se deberá consultar a los consejos pastorales correspondientes y a la autoridad superior inmediata para valorar las circunstancias particulares y actuar en comunión”.
El Purpurado también alentó a los católicos a “apoyar a sus párrocos en la sostenibilidad de los templos y capillas” y a buscar “alternativas que ofrece la liturgia para atender oportunamente los servicios religiosos, manteniendo la esperanza y el ánimo tan necesarios, sin comprometer la salud”, evitando aglomeraciones.
Finalmente el Cardenal Brenes pidió rezar a Cristo y a la Virgen María para pedir “su protección, ayuda y fortaleza en estos tiempos de prueba; porque todo lo podemos ‘en Cristo que nos fortalece’”.
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