Cardenal alienta tarea esencial de comunidades monásticas en el Sínodo de los Obispos

Cuando falta poco más de un mes para la apertura oficial del próximo Sínodo de los Obispos, con el tema “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, el Secretario General del Sínodo de los Obispos, Cardenal Mario Grech, escribió una carta a las comunidades monásticas para explicarles cuál será su principal misión en los trabajos preparativos.

Los trabajos del Sínodo darán comienzo oficialmente el próximo 9 de octubre y concluirán en octubre de 2023 con la celebración en Roma de la Asamblea General Ordinaria.

En su carta, el Cardenal Grech recuerda a los miembros de las comunidades monásticas que han sido elegidos para una tarea muy concreta: la oración.

Explicó que “hay personas que, elegidas de entre el pueblo, tienen la tarea de no abandonar nunca, ni de día, ni de noche, el ministerio de la oración y la alabanza en el templo del Señor”.

El Cardenal pide a los hermanos y hermanas llamados a la vida monástica y contemplativa que sean “custodios para todos del pulmón de la oración”. Ese será su principal misión durante los trabajos del Sínodo, sin que eso suponga un detrimento para otras contribuciones.

“Seguramente no faltará vuestra contribución en otros aspectos de los diversos momentos de nuestro camino sinodal, pero vuestra vocación nos ayuda, aunque sea sólo con su presencia, a ser una Iglesia que escucha la Palabra, capaz de dejar que el Espíritu convierta su corazón, que persevera en la comunión y en la oración”, señaló el Cardenal.

“No os pido que recéis en lugar de los demás hermanos y hermanas”, puntualizó, “sino que estéis atentos a la dimensión espiritual del camino que emprenderemos, para poder discernir la acción de Dios en la vida de la Iglesia universal y de cada una de las Iglesias particulares”.

Recordó que “la oración es el encuentro dinámico del amor en el Dios Trino: en la unidad multiforme que nos impulsa al testimonio vivo”.

El Cardenal Grech explicó que la oración está profundamente ligado a otros tres términos: escucha, conversión y comunión.

Sobre la escucha recordó que el Papa Francisco afirmó que “una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha, consciente de que escuchar es más que oír”.

El Cardenal reconoció que “la vida monástica y contemplativa ha puesto siempre al centro la experiencia de la escucha, hasta el punto de que a menudo las reglas monásticas de las distintas tradiciones no son más que recopilaciones de expresiones bíblicas y evangélicas, para afirmar que la vida monástica y contemplativa es una encarnación de la Palabra de Dios escuchada, meditada e interiorizada”.

“La propia hospitalidad, tan común en las comunidades monásticas y contemplativas, es una experiencia de acogida y escucha, que encuentra su fuente en la frecuencia de las Escrituras, en la lectio divina y en otros enfoques espirituales a la Palabra de Dios”.

El segundo término, conversión, está íntimamente vinculado al anterior, la escucha. El Cardenal Grech afirmó que “un verdadero camino sinodal no puede prescindir de la voluntad de dejarse convertir por la escucha de la Palabra y de la acción del Espíritu Santo en nuestra vida”.

“La vida monástica y contemplativa recuerda a toda la Iglesia que la invitación a la conversión está en el corazón del mismo anuncio de Jesús, que recorría las aldeas de Galilea diciendo: ‘Convertíos, porque el Reino de los Cielos está cerca’”.

Por último, el tercer término, comunión. El Cardenal subrayó que la Sinodalidad es una garantía de unidad, como recordó el Pontífice: “El hecho de que el Sínodo actúe siempre cum Petro y sub Petro no es una limitación de la libertad, sino una garantía de unidad”.

Para el Cardenal, la vida contemplativa y monástica testimonia esta verdad y establece el vínculo que une la escucha y la conversión con la comunión: “El objetivo de la escucha y la conversión es la comunión”.

“En vuestras comunidades sabéis bien que la comunión es también el criterio último de discernimiento y verificación del camino sinodal”, aseguró, e insistió en que “la comunión eclesial es el sello de discernimiento y verificación del camino sinodal”.

De hecho, “en la vida comunitaria, propia de la vida religiosa, se experimenta cómo la comunión, que no coincide con la uniformidad, es efectivamente el criterio para verificar un auténtico camino compartido en una perspectiva de fe”.

Finalmente, el Cardenal Grech aseguró que los hermanos y hermanas llamados a la vida monástica y contemplativa, “con vuestra preciosa vocación que enriquece toda la comunidad eclesial, sois custodios y testigos de realidades fundamentales para el proceso sinodal que el Santo Padre nos invita a realizar”.

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