En los decretos aprobados por el Papa Francisco este lunes 30 de agosto de la Congregación de la Congregación de las Causas de los Santos se reconocen las virtudes heroicas del Venerable P. Placido Cortese, franciscano que murió durante la Segunda Guerra Mundial después de haber sufrido crueles torturas por parte de los nazis.
Según se lee en el sitio web de la Congregación de las Causas de los Santos, el P. Cortese nació en Cherso, actual Croacia, entonces Italia, el 7 de marzo de 1907 y fue bautizado con el nombre de Nicolò.
Tras finalizar los estudios elementales, ingresó al Seminario de Hermanos Menores Conventuales de Camposampiero, Padua, en 1920.
El 10 de octubre de 1924 realizó la profesión de votos simples y regresó a Cherso, al Colegio de San Francisco, donde asistió el liceo. A continuación, fue llamado a Roma para completar su formación teológica.
El 4 de octubre de 1928 emitió la profesión solemne y el 6 de julio de 1930 fue ordenado sacerdote.
Desarrolló el servicio pastoral en la Basílica de San Antonio de Padua. En concreto, su misión pastoral se centró en el ministerio de la Reconciliación y en la dirección espiritual, sobre todo de la juventud.
En 1933 fue transferido a Milán, a la iglesia de la Inmaculada y San Antonio, entonces en construcción. En 1937 regresó a la Basílica de San Antonio de Padua como director de la revista Il Messaggero di Sant’Antonio. Ese mismo año recibió el nombramiento de Custodio de la Provincia Patavina. En 1940 se trasladó al convento de San Francisco de Cherso.
Durante la Segunda Guerra Mundial, por encargo del Nuncio Apostólico en Italia, asiste a los internos croatas y eslovenos en los campos de concentración italianos, en especial el de Chiesanuova, en Padua.
Tras el armisticio del 8 de septiembre de 1943 se dedicó a facilitar la fuga de ex prisioneros aliados, pero también de todas las demás personas perseguidas por los nazis, incluidos los judíos.
Su actividad lo expuso a graves peligros. Fue capturado por la Gestapo el 8 de octubre de 1944 a las puertas de la Basílica de San Antonio. Fue encerrado en el cuartel de las SS en Trieste donde fue torturado y murió en los primeros días de noviembre.
La Congregación para las Causas de los Santos define al P. Plácido Cortese como un hombre de fe preparado para entregar su vida. “Su referencia a Dios era constante y tenía la capacidad de mantener el recogimiento en medio de las ocupaciones cotidianas”.
También se destaca que “su disponibilidad a ponerse al servicio de los perseguidos por el régimen nazi-fascista era a toda prueba. Probablemente los alemanes lo arrestaron porque interpretaron su actuación como actividad política, cuando era sólo caridad lo que lo guiaba. Era consciente de los riesgos que corría frente a los nazis y fascistas”.
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