El P. Eduardo Hayen Cuarón, director del semanario Presencia de la Diócesis de Ciudad Juárez (México), resaltó la importancia para el matrimonio de un noviazgo “libre” de sexo y ofreció algunas reflexiones sobre esta dimensión de la vida marital.
En su cuenta de Twitter, el sacerdote mexicano explicó que “las personas que reservan el sexo para el matrimonio se divorcian menos. Estas personas viven sus años de soltería aprendiendo a amar de verdad”.
“Si inviertes en un buen noviazgo con altos estándares y libre de sexo, llegarás al matrimonio con el viento a tu favor”, destacó.
El P. Hayen también indicó que “el sexo tiene un lenguaje interno: crear un fuerte vínculo emocional, traer nuevas vidas al mundo y entregarse totalmente y para siempre a la otra persona. El sexo habla un lenguaje y este se llama ‘para siempre’. Es el lenguaje del matrimonio”.
En efecto, el numeral 2361 del Catecismo de la Iglesia Católica señala que “la sexualidad mediante la cual el hombre y la mujer se dan el uno al otro con los actos propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente biológico, sino que afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto tal”.
“Ella se realiza de modo verdaderamente humano solamente cuando es parte integral del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte”, agrega el Catecismo.
El numeral 2363 indica que “por la unión de los esposos se realiza el doble fin del matrimonio: el bien de los esposos y la transmisión de la vida. No se pueden separar estas dos significaciones o valores del matrimonio sin alterar la vida espiritual de los cónyuges ni comprometer los bienes del matrimonio y el porvenir de la familia”.
“Así, el amor conyugal del hombre y de la mujer queda situado bajo la doble exigencia de la fidelidad y la fecundidad”, añade el Catecismo.
El P. Hayen también explicó en Twitter que “el acto conyugal produce, en los esposos, una hormona llamada oxitocina. Esta actúa como un súper pegamento emocional que hace que los cónyuges superen las pequeñas molestias de la vida común y se vuelvan más unidos. Es una ayuda que Dios da a los esposos para permanecer juntos”.
El sacerdote advierte luego que “cuando los novios mantienen relaciones sexuales antes del matrimonio, también se produce la oxitocina que los hace querer estar juntos. Ello no les permite ver con claridad los defectos del otro, y muchas veces cometen el error de casarse con la persona equivocada”.
En las mujeres la oxitocina también se produce durante el parto y la lactancia, lo que ayuda a la formación del vínculo emocional de la madre con el bebé.
El P. Hayen indicó también se refirió a algunas encuestas en Estados Unidos sobre satisfacción sexual en las personas y dijo que estas revelan que “las parejas más satisfechas son las que están casadas, y no solo eso, sino las que son muy religiosas y que reservaron el sexo para el matrimonio”.
En ese sentido, “la satisfacción no es asunto de ‘técnicas", sino de contexto”.
El sacerdote advirtió asimismo que “hay quienes no quieren casarse en una boda pública. Generalmente se debe a que no están seguros de decir ‘sí’ para siempre”.
Sin embargo, preció el presbítero mexicano, “si no hay matrimonio y solo unión libre, se deja abierta la puerta de atrás para poder escapar. Sin duda el matrimonio protege a los esposos”.
El numeral 2364 del Catecismo explica que “el matrimonio constituye una ‘íntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada por el Creador y provista de leyes propias’”.
“Esta comunidad ‘se establece con la alianza del matrimonio, es decir, con un consentimiento personal e irrevocable’. Los dos se dan definitiva y totalmente el uno al otro. Ya no son dos, ahora forman una sola carne”.
El numeral 2365 se refiere a la fidelidad y destaca que esta “expresa la constancia en el mantenimiento de la palabra dada. Dios es fiel. El sacramento del Matrimonio hace entrar al hombre y la mujer en el misterio de la fidelidad de Cristo para con su Iglesia”.
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