Con motivo de la celebración del Corpus Christi y el día de la caridad, el próximo 6 de junio, los Obispos de la Subcomisión Episcopal de Acción Caritativa y Social, han publicado un mensaje titulado “Conmigo lo hicisteis”.
En el mensaje se destaca que este tiempo de pandemia lleno de dificultades ha sido también una gran oportunidad para “tocar las llagas de Cristo y descubrir que, detrás de sus heridas, encontramos el dolor y sufrimiento de nuestros hermanos”.Haciendo referencia a Santa Teresa de Jesús, precisaron que en estos "tiempos recios”, donde se necesitan amigos fuertes de Dios, se invita a "recuperar el sentido de nuestra vida sabiéndonos frágiles y necesitados de salvación”.
También destacan que se están llevando a cabo "iniciativas excepcionales" para detener el contagio del coronavirus y también para proteger a las personas "de los tragicos zarandeos que han herido especialmente a los vulnerables y más empobrecidos”.
Por eso recuerdan que “la Eucaristía nos ofrece el don de poder amasar de forma inseparable la caridad y la vida de los pobres”, “en esta unión descubrimos la esencia de la dignidad humana que cobra sentido al enraizarse en el mismo Jesucristo”.
Y aseguran que ante el Cuerpo de Cristo toman conciencia de que es tiempo de "cuidar y acompañar tanto sufrimiento” porque “la pandemia está dejando tras de sí muchas vidas rotas y profundas heridas que, sin embargo, están siendo cicatrizadas gracias al fomento de los lazos de colaboración, ayuda mutua y redes comunitarias que brotan de la fraternidad en una comunidad que sostiene".
Por eso los Obispos de la Subcomisión Episcopal de Acción Caritativa y Social animaron a que "sean muchos más los cristianos que se comprometan con los más pobres y excluidos de nuestra sociedad”.
"Cáritas, con sus trabajadores y equipos de voluntarios, hace cada mañana que las fronteras y los muros se concreten en la dimensión universal de la caridad”, destacaron.
También aseguraron que "Dios se hace carne y se presenta como compañero de viaje. Él atraviesa la vida de cada pueblo, ciudad, hospital, escuela o centro de trabajo. Y lo hace por medio de sus discípulos, de los pobres y víctimas de esta crisis”.
Y aseguran que “aunque este año no salgamos por las calles acompañando al Señor sacramentado en procesión, proclamemos nuestra fe y hagamos de nuestras parroquias, comunidades, oratorios y de nosotros mismos, custodias del Cristo que comulgamos como expresión de nuestro amor agradecido y fuente de bendición para muchos”.
También animan a la adoración del Señor en el Pan Eucarístico, porque de esa manera "nos adentramos en el dinamismo del gozo, la alegría y la esperanza que necesita nuestro mundo”.
"Una esperanza que brota de la presencia de Cristo en el mundo y entre nosotros, de sus salidas a los caminos de este mundo sufriente por los estragos del coronavirus para convocar a todos a la alianza del Espíritu”, precisan.
Y se encomendaron a la Sagrada Familia de Nazaret, Jesús, María y José, un hogar en donde "se fraguaba cada día la caridad, con pensamientos, palabras y obras y pedimos al Señor que nos encuentre dignos de su presencia por haber hecho con nuestro prójimo ejercicio creíble de la caridad”.
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