Los presidentes de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea han enviado un mensaje a las instituciones europeas y a los Estados miembro titulado “Recuperar la esperanza y la solidaridad”, con el que pretenden hacer un llamamiento a las instituciones europeas y a los Estados miembros en esta crisis que nos ha sobrecogido.
En el mensaje, los presidentes de las Conferencias Episcopales de Europa reafirman su compromiso “con la construcción de una Europa que ha traído la paz y la prosperidad a nuestro continente, y con sus valores fundacionales de solidaridad, libertad, inviolabilidad de la dignidad humana, democracia, Estado de derecho, igualdad y defensa y promoción de los derechos humanos”.
Libertad religiosa
Los Obispos de Europa calificaron de “crucial” el respeto de la libertad de religión de los creyentes, en particular la libertad de reunirse para ejercer su libertad de culto, respetando plenamente los requisitos sanitarios durante la pandemia y destacaron especialmente las obras de caridad que nacen de la fe.
Ante esta situación insistieron en la voluntad de mantener el diálogo entre los Estados y las autoridades eclesiásticas para encontrar la mejor manera de conciliar el respeto de las medidas necesarias y la libertad de religión y de culto.
Según explican, “los Padres Fundadores de la Unión Europea estaban convencidos de que Europa se forjaría en la crisis” y destacan que “con nuestra fe cristiana en el Cristo Resucitado tenemos la esperanza de que Dios puede convertir todo lo que sucede en algo bueno, incluso aquellas cosas que no comprendemos y que parecerían malas. Esta fe es el fundamento último de nuestra esperanza y de nuestra fraternidad universal”.
Esperanza cristiana
Por eso aseguran que como Iglesia Católica en la Unión Europea, junto con los miembros de otras tradiciones religiosas se comprometen a “construir una fraternidad universal que no deje a nadie fuera”.
“La fe nos llama a salir de nosotros mismos y ver en el otro, especialmente en aquellos que sufren y están marginados, a un hermano y una hermana, y a estar dispuestos igualmente a dar nuestra vida por ellos”, precisan.
En el mensaje explican que la pandemia que nos ha azotado en estos últimos meses ha sacudido muchas de nuestras seguridades anteriores y ha revelado nuestra vulnerabilidad y nuestra interconexión y en la que “los ancianos y los pobres de todo el mundo han sufrido lo peor”.
Una crisis “que nos sorprendió y nos pilló desprevenidos” y en la que los países europeos “respondieron al inicio con miedo, cerrando las fronteras nacionales y exteriores, algunos incluso negándose a compartir entre sí los muy necesarios suministros médicos”.
Los presidentes de las Conferencias Episcopales reconocen que a muchos de ellos les preocupaba “que la propia Unión Europea, como proyecto económico, político, social y cultural, estuviera en peligro”. Sin embargo, se dieron cuenta de que “como dijo el Papa Francisco, que estamos en el mismo barco y que sólo podemos salvarnos a nosotros mismos si permanecemos juntos”.
“Con una renovada determinación, la Unión Europea comenzó a responder de forma conjunta a esta dramática situación. Demostró su capacidad para redescubrir el espíritu de los Padres Fundadores”, insisten.
Economía y fondos
Por eso mostraron su esperanza de que el Plan de recuperación del COVID-19 y el Plan reforzado del presupuesto de la UE para el periodo 2021-2027, que se han acordado en la reunión del Consejo Europeo de julio y que actualmente se negocian entre el Consejo y el Parlamento Europeo, reflejen ese espíritu.
Sin embargo insisten en que “el futuro de la Unión Europea no depende únicamente de la economía y las finanzas, sino también del desarrollo de un espíritu común y una nueva mentalidad”.
Y destacan que “esta crisis es una oportunidad espiritual para la conversión”, por lo que animan a “no limitarnos a dedicar todos nuestros esfuerzos a volver a la “vieja normalidad”, sino que debemos aprovechar esta crisis para lograr un cambio radical para mejorar”.
Esta situación nos “obliga a replantear y reestructurar el actual modelo de globalización garantizando el respeto al medioambiente, la apertura a la vida, la importancia de la familia, la igualdad social, la dignidad de los trabajadores y los derechos de las generaciones futuras”.
También recuerdan que la solidaridad es un principio fundamental de la Doctrina Social de la Iglesia y es el núcleo del proceso de integración europea.
Por eso, más allá de las transferencias internas de recursos de acuerdo con las políticas de cohesión, “la solidaridad debe entenderse en términos de “actuar juntos” y de “estar abiertos para integrar a todos”, especialmente a los marginados”.
E insisten en que cuando esté disponible la vacuna COVID-19 “debe ser accesible a todos, especialmente a los pobres” y pidieron un aumento de la ayuda humanitaria y la cooperación al desarrollo, reduciendo los gastos militares y destinándolos hacia los servicios sanitarios y sociales.
Refugiados
Esa llamada a la solidaridad europea piden que se extienda “urgentemente” a los refugiados que viven en condiciones inhumanas en los campos y están seriamente amenazados por el virus.
No sólo a través de financiación, sino también la apertura proporcional de las fronteras de la Unión Europea, por parte de cada Estado miembro y recordaron que “la Iglesia ya se ha pronunciado sobre la acogida, distinguiendo entre los distintos tipos de migración (regular o irregular), entre los que huyen de la guerra y la persecución y los que emigran por motivos económicos o ambientales, y la necesidad de tener en cuenta las cuestiones de seguridad”.
Por eso pidieron “que se faciliten vías seguras y legales para los migrantes, y corredores humanitarios para los refugiados, mediante los cuales puedan venir a Europa con seguridad y ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados”.
“Europa no puede ni debe dar la espalda a las personas que proceden de zonas de guerra o de lugares donde son discriminadas o no pueden gozar de una vida digna”, aseguraron.
Apoyo a los valores de Europa
“A menudo se ha dicho que el mundo será diferente después de esta crisis. Pero depende de nosotros que sea mejor o peor, si salimos de esta crisis fortalecidos en la solidaridad o no”, aseguraron.
Agradecieron el trabajo del personal sanitario y la creatividad de las parroquias y comunidades eclesiales que se han mantenido cerca de quienes más lo necesitaban durante los peores meses de la pandemia.
Los Presidentes de las Conferencias Episcopales de Europa aseguraron también “a todos los que lideran y trabajan en las instituciones europeas y en los Estados miembros, que la Iglesia permanece a su lado en el esfuerzo común de construir un futuro mejor para nuestro continente y el mundo”.
E insistieron en que “todas las iniciativas que promuevan los auténticos valores de Europa serán apoyadas por nosotros”.
“Confiamos en que de esta crisis podamos salir más fuertes, más sabios, más unidos y más solidarios, cuidando más del hogar común y siendo un continente que impulse al mundo entero hacia una mayor fraternidad, justicia, paz e igualdad”, afimaron.
Publicar un comentario