La espiritualidad de su hijo menor les llevó a convertirse y a casarse por la Iglesia

Paco Roig y Mara Vidagany tienen dos hijos y llevaban casados por lo civil 40 años, pero tras un largo camino de conversión acaban de contraer matrimonio por la Iglesia. Una vuelta a la fe que comenzó por la espiritualidad de su hijo menor y que ha culminado en la reunión en la fe de toda una familia.

Según explican a Paraula, el semanario de la Archidiócesis de Valencia (España), ambos estaban bautizados pero vivían apartados de la fe desde que eran jóvenes, y nunca se habían planteado casarse por la Iglesia. Sin embargo, la vivencia de fe de Víctor, su hijo menor les hizo cambiar totalmente de idea.

Víctor desde muy niño comenzó a “jugar” a celebrar la Misa. Sobre la tabla de planchar colocaba una sábana como mantel y se ponía una bufanda como estola. Sin embargo Víctor nunca había asistido a Misa ni recibido catequesis.

Paco aseguró que “aquello nos sorprendió porque lo hacía sin que  nadie le indujera a ello, sin que hubiera tenido noticia en catequesis de parroquia alguna ya que nunca le llevamos o sin que hubiera escuchado algo al respecto en clase de Religión porque fue inscrito más tarde, a los 8 años, y, además, le inscribimos porque él insistió enfadado porque no le apuntábamos”.

Unos juegos que fueron profundizando en el alma de Víctor hasta constituir una verdadera religiosidad. El pequeño comenzó a rezar y cuando tenía 10 años pidió ser bautizado, algo que sus padres rechazaron y le dijeron que cuando fuera mayor de edad podría hacerlo.

“A los 18 años, un día nos lo recordó y ya no nos pudimos negar”,  señala Paco a Paraula.

Y aunque Paco no sabe precisar qué le movió exactamente a regresar a la Iglesia, subraya que “la misteriosa fe” de su hijo orientó sus pasos “de retorno a la práctica religiosa”.  

A los 45 años Paco pasó una temporada muy bajo de ánimo y comenzó a sentir la necesidad de encontrar algo que respondiera a sus inquietudes.

En una visita al monasterio de Leyre, en Navarra, se dispuso a conversar con un sacerdote. “Yo quería hablar y al final me ayudó a confesarme, reflexionando, vi toda mi vida, todas las cosas que había hecho, salí al claustro y me dio por llorar”, aseguró.   

Tras esa experiencia empezó a plantearse su vuelta a la Iglesia católica. Pero no fue hasta tres años después cuando decidió dar el paso de volver a la Iglesia católica. El punto decisivo tuvo lugar en el monasterio de la Puridad de las Franciscanas Clarisas de Valencia.

“Las monjas rezaban y escuché una letanía que decía algo así como ´acercaos los indecisos, humillaos ante Dios y Él os ensalzará`… Y en ese momento decidí volver a la Iglesia”, señala Paco.  

Comenzó a escondidas de su mujer a participar en las catequesis de inicio del Camino Neocatecumenal en la parroquia de San Martín en Valencia (España).

Sin embargo, su catequista le aconsejó que si su mujer se oponía, le hiciera caso a ella y lo dejara, para no comprometer la estabilidad del matrimonio. Pero un día Paco decidió contarle todo a su mujer. Una noticia que ella no recibió de buena manera, y se molestó, pero tras la sorpresa inicial, Mara le dijo que si él se sentía a gusto, era importante para él y era algo bueno para la relación, no se pondría en contra y estaría dispuesta a acompañarlo.

Al año siguiente Mara entró también en una comunidad neocatecumenal, la misma en la que continúan actualmente acudiendo juntos.

Su boda ha sido la primera celebrada en la antigua iglesia de la Compañía, desde que el papa Francisco le concedió el rango de basílica menor hace un año como Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, según Paraula. 

Tanto Paco como Mara acuden a la misa dominical en esa iglesia, en la que, aseguran, que se sienten “muy acogidos”, al igual que en la cercana parroquia de San Martín, la cual también frecuentan. Además, su hijo, ejerce como acólito en el templo basilical. 

Hace un año y medio a Mara le diagnosticaron un cáncer avanzado y con mal pronóstico médico. “Esta vuelta a Dios y a la Iglesia me ha venido muy bien para afrontar una enfermedad tan grave ya que la Iglesia siempre nos da una palabra de esperanza: que la muerte no es lo último, que ese es un viaje que todos tenemos que hacer con alegría porque vamos a ver a nuestro Creador”, precisa Paco.

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