En la entrevista concedida a la agencia Reuters, el Papa Francisco abordó los casos de abusos sexuales en Chile y aseguró que “ciertamente es la obra del espíritu del mal”.
“La mayor parte de los abusos se da en el ámbito familiar y en los barrios, los vecinos, las familias, después en los gimnasios, en las piscinas, en las escuelas, y también en la Iglesia. Alguno puede decir que los sacerdotes son pocos, pero aunque fuese solo un sacerdote sería trágico porque ese sacerdote tiene el deber de llevar a esa persona a Dios y ha destruido el camino para llevar a Dios”, comentó.
En ese sentido, afirmó que “a mí no me importan las estadísticas, es un drama general que la sociedad debe observar más, también el modo en el que se gestiona este problema”.
En el caso de los abusos dentro de la Iglesia, el Papa recordó que “esto estalló en los tiempos de Boston, digamos así. No se gestionaba bien. Sabemos que se cambiaba a la gente de un sitio a otro porque no existía conciencia de lo grave que era esto. Pero la Iglesia se ha despertado y la lección que yo he tomado no es la del origen. La había tomado ya San Juan Pablo II con los cardenales de los Estados Unidos en el caso de Boston”.
“La tomó Benedicto con los obispos de Irlanda. Yo he tenido que tomar una decisión. ¿Cómo ha ido la cosa en Chile?”, se preguntó a sí mismo.
“He estudiado las cosas, las denuncias con las informaciones que había aquí. He hecho estudiar, me han ayudado y he procedido según eso”, señaló.
En concreto declara que “el problema de Karadima (el sacerdote condenado por abusos) es un problema muy complicado porque ahí se mezcla la élite chilena con situaciones de geopolítica. Las familias entregaban a Karadima a sus hijos porque creían que la doctrina era segura y no se sabía lo que sucedía allí dentro. Karadima es un enfermo grave. Es un hombre del cual habéis estudiado el caso”, respondió al periodista Philip Pullella.
“Hay cuatro obispos que han salido de unos 49 que él ha formado en el seminario y cuando yo he cambiado a Barros, de ordinario militar a Obispo de Osorno, ha estallado todo”.
“He hecho estudiar el caso Barros y no aparecía nada consistente en las informaciones que tenían en el Vaticano. Regresé del viaje a Chile un poco inquieto, ‘esto no se explica’, pensé. ‘Aquí hay algo que va más allá de la propaganda o de posturas anticlericales’”, indicó.
Indicó que “pensando y pensando he pedido consejo y he decidido enviar en visita canónica a Mons. (Charles) Scicluna, que regresó con una relación de 2.300 páginas de declaraciones de 64 personas. Ha estallado una cosa que no se entendía, y cuando he visto aquello, he decidido llamar a los obispos”.
Francisco dijo que “era la única cosa por hacer. Con buena voluntad he escrito una carta de 12-13 páginas solo para ellos. En las reuniones se la he explicado en una media hora y después les he invitado a rezar un día, y al día siguiente se ha iniciado la reunión”.
“Al final ellos han dicho: ‘Queremos que Usted se sienta libre, damos nuestra dimisión’. Yo me quedé callado y ellos han hecho eso y ha sido un gesto generoso, mucho, porque se han dado cuenta de que las cosas escritas en los apuntes que les di eran horribles. Esto era un escrito privado, pero después en Chile ha salido publicado. Ellos me pidieron que escribiera una carta al pueblo chileno y yo lo hice. Después he comenzado a investigar, caso por caso, y he aceptado tres dimisiones, entre las cuales había dos por límite de edad, pero con problemas gravísimos en las diócesis”, explicó.
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