La Diócesis de Penonomé (Panamá), se pronunció sobre el caso de una imagen de la Virgen de Fátima en cuyo rostro había una sustancia roja y que algunos fieles creyeron que era un “milagro” al pensar que se trataba de sangre.
El hecho fue reportado el 13 de mayo cuando los pobladores de la comunidad de Toabré llevaban en procesión la imagen mariana. Según se indicó, un niño vio una sustancia roja que corría de la frente, nariz y labios de la escultura.
Los fieles llevaron la imagen a la capilla y limpiaron el rostro; sin embargo, en los labios seguía la sustancia y algunos creyeron que se trataba de un “milagro”.
El 30 de mayo la Diócesis de Penonomé pidió a los fieles “suma prudencia, puesto que no se puede, a la ligera, afirmar o negar una manifestación especial o particular de la Virgen”.
En ese sentido, se indicó que se emprendería una investigación “según los medios autorizados por la Iglesia”. “Cualquiera sea el resultado, debemos de tener el compromiso de perfeccionar nuestro bautismo renovando nuestra fe en el Dios uno y trino”, así como “la devoción a Nuestra Madre Santísima, como camino que nos lleva a Jesucristo”, invitó la diócesis.
Luego de casi un mes, el martes 26 de junio la diócesis informó en otro comunicado que la sustancia en el rostro de la imagen no es sangre.
Comunicado de la Diócesis de Penonomé, relacionado con el evento ocurrido con la imagen de la Virgen de Fatima, el pasado mes de mayo en la comunidad de Toabré. pic.twitter.com/4j75DKExOk
— Diócesis de Penonomé. (@DiocesisdePme) 28 de junio de 2018
“La presente es para comunicarle que las muestras tomadas de la Virgen de Fátima de la capilla de Toabré, muestra del dedo anular y de la boca fueron negativas por sangre, no se observaron células hemáticas (eritrocito) en ninguna de las muestras tomadas. La metodología utilizada: frotis (tinción panóptico), y relativo ColoScreen (peroxide de hidrógeno)”, informó, citando el resultado de la investigación.
En el comunicado, firmado por el Obispo local, Mons. Edgardo Cedeño, la diócesis alentó a los fieles a “mantener viva su fe, a la práctica de la oración tal como se ha pedido en diversas apariciones marianas”.
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