En la carta dirigida a Mons. Ruiz y fechada el 25 de mayo, pero de la que se ha tenido conocimiento casi un mes después, el Papa Francisco asegura sentirse “conmovido” al saber de “las duras pruebas que tantos hermanos y hermanas deben enfrentar, en esas tierras, a causa de la persecución y de injusticias sin fin, y de los sufrimientos e incomprensiones que os afligen, debido a vuestros esfuerzos por tratar de defender la dignidad y de mitigar el dolor de muchas personas, sin hacer distinción de pertenencia religiosa”.
“Comprendo el desaliento y la sensación de impotencia en los momentos de prueba”, afirma el Papa y subraya al Obispo que “no está solo” porque “el Señor es tu fuerza y nunca abandona”.
Además recuerda que “la Iglesia, como madre solícita, está presente al lado de quien sufre”.
Por eso destaca que “estamos llamados a contrarrestar la violencia, que tiene su origen en el Maligno, con el amor y la misericordia”.
Y le recuerda que una de las tareas de ser Obispo es “ser protector de los más débiles, impulsor de la reconciliación y depositario de esperanza”.
“Confiando en Jesús, te animo a seguir adelante con fe y esperanza, a ser un pastor cercano a tu gente, un padre y hermano con mucha mansedumbre, paciente y misericordioso”, afirma el Papa en la carta.
También asegura que le recuerda en la oración, así como al Obispo diocesano, Mons. Juan José Aguirre, “y a todo el pueblo de Dios que peregrina en esa nación”.
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