Hoy conmemoramos al Beato Luis Variara, fundador de una congregación formada por leprosas

REDACCIÓN CENTRAL, 15 Ene. 16 (ACI).- “Dios vela sobre su congregación y se sirve hasta de los instrumentos más inútiles para obrar cosas grandes”, expresó una vez el Beato salesiano Luis Variara, que sirvió a muchos personas afectadas por la lepra y con quienes fundó las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María. Su fiesta se celebra cada 15 de enero.

El Beato Variara nació en 1875 en Italia. A los doce años ingresó al Oratorio de Valdocco y conoció muy de cerca a San Juan Bosco en sus últimos días.

En una ocasión, Luis contó que él y sus amigos jugaban en el patio, cuando llegó el Santo de los jóvenes. Apresurado, trató de escabullirse entre la multitud para verlo y justo antes de que se fuera, vio que los ojos de Don Bosco lo miraron fijamente. El Beato Variara en ese momento tuvo la seguridad que había conocido a un hombre santo y que Don Bosco había leído algo en su alma que solo Dios y el Santo pudieron saber.

Más adelante pidió hacerse salesiano y realizó su profesión religiosa ante el Beato Miguel Rua, quien le susurró al oído: “Variara, no varíes”. Con el tiempo conoció al P. Unia, quien era misionero entre los leprosos de Agua de Dios en Colombia y se fue allí a servir a una población de 2 mil habitantes, de los cuales 800 padecían de lepra.

Organizó una banda musical de niños y jóvenes con esta enfermedad y creó un clima de fiesta en medio de una “ciudad del dolor”. Fue ordenado sacerdote en 1898 y se convirtió en un gran director espiritual.

En el trabajo con los jóvenes descubrió que un grupo de muchachas tenían inquietud vocacional, pero como ninguna congregación aceptaba a una leprosa o hija de leprosos, entonces fundó la Congregación de las “Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María”, institución que permanece activamente en varias naciones hasta nuestros días.

En 1905 inauguró el Asilo “P. Miguel Unia” y empezó a vivir un período de sufrimientos, incomprensiones y calumnias que durarían hasta su muerte. Tuvo que alejarse de Agua de Dios y por obediencia fue enviado a servir en otras ciudades colombianas y en Táriba (Venezuela).

Su salud empeoró de forma preocupante y fue llevado a Cúcuta (Colombia) para que se repusiera. Allí empeoró y partió a la Casa del Padre el 1 de febrero de 1923 con solo 49 años de edad.

Años después sus restos mortales fueron trasladados a la Capilla de sus Hijas en Agua de Dios y en 2002 fue declarado Beato por San Juan Pablo II.

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