“Cada sacerdote es una imagen viva de Jesucristo, y cada ordenación es un signo de su última promesa, de que permanecerá con nosotros hasta el final de los tiempos”, señala Mons. Gómez.
Asimismo, el Arzobispo de los Ángeles indica que un sacerdote no debe limitar su trabajo pastoral a una parroquia sino que debe estar dispuesto a llevar la palabra de salvación a todo el mundo.
El Prelado comenta luego que Cristo llama a los sacerdotes para que sean sus amigos y que sigan sus huellas en el camino que Él siguió. También manifestó que un sacerdote es el rostro de Jesús ante el mundo y que esa condición implica una gran responsabilidad.
“El sacerdote tiene que “ser Jesús” para los demás. El sacerdote tiene que actuar como actuaría Jesús, es decir, entregándose a los demás con un corazón de siervo, lleno de amor; tiene que orar por la gente e interceder por ella; tiene que manifestar ante todos la misericordia y la compasión de Dios”, manifestó.
Mons. Gómez concluye enfatizando en la actitud de misericordia que todos los sacerdotes deben tener. Por ello, recordó el mensaje del Papa Francisco quien señala que “la misericordia de Dios es “el corazón palpitante del Evangelio” y la misión de la Iglesia”.
“En todo lo que hagan, traten de llevar la ternura y la misericordia de Dios a las personas con las que se encuentren. Estén donde estén, traten de hacer de la misericordia de Dios algo real y presente”, indicó el Prelado.
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