En 1894, fue nombrado Obispo titular de Pinara y Vicario Apostólico de Casanare. Como obispo destacó por sus cuidados apostólicos y fidelidad a la Iglesia. Creó el programa de trabajo denominado “Dios y Colombia”, sin detener su labor misionera. Visitó zonas alejadas o de difícil acceso. Su lema era: “Una sola alma vale más que toda mi vida”.
En 1896, fue nombrado obispo de Pasto. Sus prédicas contundentes y su sencillez provocaron la burla de sus enemigos, incluyendo a algunos obispos, quienes lo atacaron por medio de la prensa local. Pese a todo, San Ezequiel trató a sus agresores con misericordia, y siempre los incluía en sus ruegos.
De vuelta a casa
En 1905, le diagnosticaron cáncer y, ante las reiteradas súplicas de sus hermanos y de la gente que lo quería, decidió embarcarse rumbo a España para operarse. Lamentablemente, la intervención fue muy dolorosa y no tuvo éxito. El buen Ezequiel solía repetir en aquella etapa de enfermedad: “Dios mío, dame valor para sufrir por ti”.
Publicar un comentario