“Toda la historia de Dorothy Day, esta mujer estadounidense comprometida toda su vida con la justicia social y los derechos de las personas, especialmente de los pobres, los trabajadores explotados y los marginados por la sociedad, declarada Sierva de Dios en el año 2000, es un testimonio de lo que ya afirmaba el Apóstol Santiago en su Carta: ‘Pruébame tu fe sin obras, y yo te probaré por las obras mi fe’ (2,18)”.
El Papa destaca luego la observación de Day: “Los mismos ataques dirigidos contra la Iglesia me demostraron su divinidad”, con la que resalta la resistencia de la Iglesia a lo largo de la historia a pesar de las traiciones y de las fallas humanas.
El Pontífice concluye enfatizando que Day enseña que el servicio es una forma tangible de amar a Dios y a los demás, demostrando que la fe se manifiesta en acciones concretas y compromiso.
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