Mongolia comparte una frontera de unos 4800 kilómetros con China, que también es el socio económico más importante de Mongolia. Históricamente, los mongoles conquistaron toda China durante el siglo XIII, y posteriormente Mongolia fue parte de la dinastía Qing de China durante más de dos siglos, por lo que se podría argumentar que esto es lo más cerca que ha estado la Iglesia Católica de un viaje papal a gigante asiático.
El Obispo de Hong Kong y futuro Cardenal, Mons. Stephen Chow, ha afirmado que viajará a Mongolia para el viaje del Papa con una delegación de unos 30 católicos de su Diócesis. A principios de este año, el Prelado se convirtió en el primer Obispo de Hong Kong en realizar una visita oficial a Beijing en casi 30 años.
Mientras el Papa Francisco esté en Mongolia, el Partido Comunista Chino implementará nuevas restricciones religiosas, denominadas “Reglamentos sobre la gestión de sitios de actividades religiosas”, que entrarán en vigor el 1 de septiembre. Las restricciones prohíben la exhibición de símbolos religiosos al aire libre, exigen que la predicación “refleje los valores socialistas fundamentales” y limitan todas las actividades religiosas a lugares aprobados por el gobierno, según China Aid.
Las restricciones chinas a la libertad religiosa afectarán tanto a cristianos como a budistas, incluso en las regiones del Tíbet y Mongolia Interior, lo que podría ser un posible tema de conversación para la dimensión interreligiosa budista-católica del viaje del Papa Francisco a Mongolia. El Pontífice, que recibió anteriormente a una delegación de líderes budistas mongoles en el Vaticano, tiene previsto participar en una reunión interreligiosa en Ulán Bator el 3 de septiembre.
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