McCarrick reconoció que no era un miembro activo del clero y que había perdido su posición en la Iglesia.
En los hallazgos de Nelligan, la psicóloga citó el informe de Schretlen, en el que McCarrick dijo que había tenido “una pequeña cantidad de derrames cerebrales” que resultaron en “un poco de afasia”, una condición que afecta la forma en que uno se comunica y comprende la palabra y el habla escrita, según la Clínica Mayo.
Según los registros médicos, McCarrick padece una variedad de afecciones que incluyen hipertensión, hiperlipidemia, enfermedad renal crónica, insuficiencia cardíaca, enfermedad cardíaca aterosclerótica de la arteria coronaria nativa, fibrilación auricular (tratada con un marcapasos) y “antecedentes” de enfermedad isquémica transitoria, ataques también conocidos como mini-accidentes cerebrovasculares.
También le reemplazaron la rodilla izquierda hace tres o cuatro años.
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