El P. Giovanni Scalese, sacerdote barnabita (Orden de Clérigos Regulares de San Pablo), superior de la Missio sui iuris en Afganistán, relató en una entrevista detalles de su evacuación y repatriación a Italia, así como del personal católico y de las religiosas.
“Gracias a Dios estoy bien. Nuestra salida de Afganistán ha sido un verdadero milagro. El día después de partir fue cuando se produjo la explosión del atentado. Si no hubiéramos salido ese día quizá no hubiéramos podido irnos”, dijo el 2 de septiembre en el último programa de Radio María “Perseguidos pero no olvidados” de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN),
El P. Scalese dijo que su evacuación se produjo el 22 de agosto, un día antes del atentado terrorista que dejó 183 muertos y más de 200 heridos junto al aeropuerto de Kabul.
El atentado ocurrió tras el retorno de los talibanes al poder con una ofensiva contra las fuerzas gubernamentales de Afganistán el 15 de agosto, y del posterior retiro de las fuerzas militares de Estados Unidos y sus aliados.
Tras tomar Kabul, la capital del país, los talibanes lo renombraron como el “Emirato Islámico de Afganistán”.
De acuerdo a la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés), alrededor de 18.4 millones de afganos, cerca de la mitad de habitantes del país, requieren ayuda humanitaria en medio de la crisis.
En la entrevista, el P. Scalese recordó que “la comunidad católica en Afganistán es una comunidad sui iuris”, y que “está compuesta exclusivamente por el personal de las embajadas de las instituciones humanitarias”.
“Casi todos han dejado Afganistán antes de nosotros. Los pocos que han permanecido, no corren ningún riesgo”, contó.
El presbítero dijo que “en este momento la única ayuda que se puede dar es la oración”.
“El pasado domingo el Santo Padre ha hecho una llamada a la oración y el ayuno por Afganistán. Yo mismo he podido experimentar personalmente que la oración unánime de la Iglesia es muy eficaz”, dijo.
Finalmente, recordó que “el 13 de octubre de 2017, al final del centenario de Fátima, consagramos la misión de Afganistán al Inmaculado Corazón de María”.
“En ese día experimentamos la protección de Nuestra Señora. Esperamos que la Virgen proteja a todo el pueblo de Afganistán”, concluyó.
En una entrevista concedida a Vatican News, el sacerdote dijo días atrás que “lo que más siento en este momento es la satisfacción de que todo ha salido bien, de que hemos conseguido llegar con las hermanas y los niños, y de que todos estamos bien”.
“Damos gracias al Señor por ello. Lamentamos haber tenido que dejar un país muy necesitado y no poder continuar con nuestro servicio. Esperamos que todo se resuelva en poco tiempo y que se den las condiciones para poder reanudar el trabajo que la Iglesia realizaba en Afganistán”, agregó.
La Iglesia Católica ha estado presente en Afganistán desde hace más de un siglo, cuando los sacerdotes barnabitas comenzaron la misión sui iuris y se les encomendó la dirección de la única iglesia reconocida del país, ubicada en la embajada italiana de Kabul.
Los padres Barnabitas, desde su fundación en el siglo XVI, siempre han estado al servicio de las necesidades de la Iglesia. Son colaboradores de los obispos allí donde la Iglesia les necesita, porque su carisma es el de acompañar al pueblo de Dios en sus necesidades más urgentes e importantes.
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