Los católicos tienen que demostrar caridad hacia las personas que se perciben como transgénero, sin comprometer su fe ni adoptar soluciones “simplistas” como las que ofrecen los activistas y las perspectivas erradas del género.
Esa es la enseñanza del documento de ocho páginas de la Diócesis de Arlington (Estados Unidos) titulado “Una catequesis sobre la persona humana y la ideología de género, publicado el 12 de agosto por el Obispo local, Mons. Michael Burbidge.
“Un discípulo de Cristo desea amar a todas las personas y buscar activamente su bien. La denigración o el acoso (bullying) de cualquier persona, incluidos los que luchan contra la disforia de género, debe ser rechazada por ser completamente incompatible con el Evangelio”, indica la diócesis ubicada en el estado de Virginia.
También advierte del “gran peligro de una caridad desviada y una falsa compasión”.
Acompañando la catequesis, el Obispo explica que esta busca ser un recurso educativo y un “documento evangélico” para enseñar la fe y “llevar a otros a las verdades otorgadas por Dios sobre nosotros”. El texto surge tras una “ardua consulta” con expertos en teología, bioética, consejería clínica, abogados civiles y canónicos, y sacerdotes de la diócesis.
El texto de la diócesis señala que los fieles católicos deben “evitar el uso de términos o pronombres que ‘afirmen el género’ que transmitan aprobación o refuercen el rechazo de la persona a la verdad”.
“Usar nombres y pronombres que contradicen la identidad dada por Dios a la persona es hablar falsamente”, añade.
El Obispo comentó el documento en una entrevista concedida a CNA, agencia en inglés del Grupo ACI, el 18 de agosto.
“Creemos que Dios creó a la persona humana como hombre y mujer. Entonces, usamos los pronombres que van de acuerdo a eso. Hacer algo contrario sería inconsistente. Estaríamos diciendo una cosa y haciendo otra”, dijo Mons. Burbidge.
Al respecto, el texto de la diócesis afirma que “debemos amar en la verdad, y la verdad debe ser transmitida con precisión por nuestras palabras. Al mismo tiempo, la claridad debe estar siempre al servicio de la caridad, como parte de un deseo más amplio de llevar a las personas hacia la plenitud de la verdad”.
Al hablar con personas que tienen disforia de género o que se identifican como transgéneros, “es fundamental escuchar y buscar comprender sus vivencias”, indica la catequesis.
“Necesitan saber que son amados y valorados, y que la Iglesia escucha sus inquietudes y las toma en serio. En todos los casos, la dignidad de la persona como persona amada por Dios, debe afirmarse”, agrega.
Mons. Burbidge comenta que una persona con disforia de género o que se percibe como transgénero, “es como el resto de nosotros ya que ha sido creada por Dios. Nada cambia eso. Eso es verdad para cada uno de nosotros. Somos amados y creados por Dios, formados en el vientre y Él nos conoce por nuestro nombre”.
La catequesis indica que cada uno experimenta su naturaleza humana “no como la armonía original que pretendía el Creador, sino como una naturaleza caída y herida. Uno de los legados del pecado original es la falta de armonía y alienación entre el cuerpo y el alma”.
Asimismo recuerda la historia de Adán y Eva, quienes buscaron esconder sus cuerpos luego de la caída. “Todo el mundo experimenta esta falta de armonía de diversas formas y en diversos grados”.
El texto precisa que las experiencias personales “no niegan la profunda unidad del cuerpo y el alma de la persona humana”.
Sobre aquellos que tienen disforia de género o se perciben como transgéneros, la diócesis indica que “cada uno de nosotros tiene una lucha que es única. Pero ninguno de nosotros debería sentirse solo o abandonado en sus luchas. Como muchos otros, es posible que te sientas alienado de tu cuerpo, como si estuvieras supuesto a tener uno diferente”.
“Por favor, has de saber que aunque puedas tener dificultades con tu cuerpo o con tu imagen de ti mismo, el amor inexorable de Dios por ti significa que Él también te ama en la totalidad de tu cuerpo. Nuestra obligación básica respetar y cuidar del cuerpo proviene del hecho de que tu cuerpo es parte de la persona, tú, a quien Dios ama”.
“Más que cualquier otra cosa, la Iglesia desea traerte el amor de Jesucristo mismo. Ese amor es inseparable de la verdad de quién eres como alguien creado a la imagen de Dios, renacido como un hijo de Dios, y destinado a su gloria”, prosigue el texto.
“Cristo sufrió por nosotros, no para eximirnos de todo sufrimiento, sino para estar con nosotros en medio de esas luchas”, afirma el texto.
La diócesis advierte luego ante las “soluciones simplistas” para los que se perciben como transgéneros, como la promesa del alivio a través del cambio de nombre, de pronombres o de apariencia corporal.
“Hay muchos que han recorrido ese camino antes que tú, solo para luego lamentarlo”, refiere el texto.
“El camino difícil pero más prometedor hacia la alegría y la paz es trabajar con un consejero, terapeuta, sacerdote y/o amigo para tomar conciencia de la bondad de tu cuerpo y de tu identidad como hombre o mujer”.
La diócesis enfatiza que la atención pastoral de la Iglesia se extiende especialmente a los padres de los hijos que sufren disforia de género o “sienten angustia por su identidad dada por Dios como hombre o mujer”.
Estos padres pueden experimentar “un profundo dolor al presenciar el sufrimiento de sus hijos” y este “se profundiza si sus hijos buscan la terapia de ‘afirmación de género’, la cual es un camino dañino y que altera la vida”.
El texto de la diócesis también reconoce las presiones que reciben los padres y la vida familiar.
“En circunstancias difíciles, los padres a menudo se ven tentados a pensar, o se les hace sentir, que su fe católica está en desacuerdo con lo que es bueno para su hijo(a). De hecho, el amor auténtico por sus hijos siempre está alineado con la verdad. En el caso de la disforia de género, esto significa reconocer que la felicidad y la paz no se encontrarán en el rechazo de la verdad de la persona humana y del cuerpo humano”.
Si bien los críticos afirman que la enseñanza católica puede ser “dañina”, Mons. Burbidge dijo a CNA que “la verdad como nos ha sido dada por Dios es el único camino hacia la paz y la libertad, y hacia la alegría que buscamos”.
“Para nosotros, transmitir esa verdad con compasión es lo que nos toca para ayudar a otros”, dijo.
“No vamos a tratar de ayudar y apoyar a otros comenzando con un error o una falsedad. Una falsedad no puede suscitar la paz y la felicidad en la vida de uno”, aseguró.
“Aunque las respuestas a un problema pueden ser complicadas, no podemos comenzar con algo que no es cierto. Eso no es lo que manda hacer el amor”, indicó el Obispo.
En el texto, la diócesis resalta que los padres deben resistir a las “soluciones simplistas presentadas por defensores de la ideología de género y deben esforzarse por descubrir y abordar las verdaderas razones del dolor y la infelicidad de sus hijos”. Asimismo, deben buscar médicos confiables.
“En ninguna circunstancia los padres deben buscar la terapia de ‘afirmación de género’ para sus hijos, ya que es fundamentalmente incompatible con la verdad de la persona humana”, precisa la diócesis.
“No deben buscar, alentar ni aprobar cualquier asesoramiento o procedimiento médico que confirme un entendimiento erróneo de la sexualidad e identidad humana, o llevar a una mutilación corporal (a menudo irreversible)”.
“Confiando en Dios, los padres deben estar seguros y confiados en que la máxima felicidad de un niño radica en aceptar el cuerpo como un regalo de Dios y descubrir su verdadera identidad como hijo o hija de Dios”, indica el texto diocesano.
La catequesis de la Diócesis de Arlington se publica cuando Estados Unidos atraviesa un periodo de grandes cambios culturales, legales y políticos respecto a la ideología de género.
Las estrictas leyes antidiscriminación y diversas políticas ordenan cada vez más seguido las prácticas de afirmación del transgenerismo, así como la previsión de cirugías en los cuidados de salud y en los sistemas de atención sanitaria.
Algunos estados han prohibido aproximaciones clínicas o de consejería escépticas de la “identidad transgénero”, terapias con fármacos o cirugías, calificando este escepticismo como “terapias de conversión”.
La administración Biden también trabaja para proteger lo referente a la identidad de género.
Mons. Burbidge enfatizó la necesidad de tratar con respeto a las personas que se perciben como transgénero.
“Ya sea que una persona es de la familia o vecina, no la maltratamos, ni la acosamos ni la molestamos. Estas acciones no son compatibles con el hecho de ser un seguidor de Cristo”, dijo el Prelado.
“Tenemos que trabajar con ellos, tenemos que hacerles saber que los seguimos amando y que tenemos que encontrar el camino más adecuado para identificar la raíz de la falta de armonía y ayudarlos a superarla”.
Ese mismo respeto debe tenerse hacia las creencias de los católicos. “El verdadero diálogo significa respeto, pero eso va en ambas direcciones”, resaltó el Obispo de Arlington.
Tras comentar que la defensa de la fe católica puede significar que uno sea atacado, calumniado o irrespetado, el Obispo precisó que “hay un precio a pagar cuando se defiende la verdad, pero como católicos no podemos huir de esa verdad”.
En la catequesis, la diócesis también advierte sobre la ideología de género en las escuelas indicando que esta es “una afirmación que el sexo biológico y la identidad de una persona no tienen una conexión imprescindible y, de hecho, se podrían contradecir”.
El texto cita un pasaje de la exhortación apostólica Amoris laetitia del Papa Francisco en donde se resalta que el sexo biológico y el papel cultural del sexo “pueden ser distinguidos, pero no separados”.
“Una cosa es comprender la debilidad humana y las complejidades de la vida, y otro aceptar ideologías que intentan romper aspectos que son inseparables de la realidad”, escribió el Papa.
La diócesis recomienda también a los padres la “vigilancia contra ideas e influencias peligrosas”.
“La ideología transgénero está siendo celebrada, promovida e impulsada por todas las plataformas de redes sociales e incluso la programación infantil. Gran parte de su buen trabajo y testimonio puede deshacerse rápidamente por el acceso de un niño al internet sin supervisión o sin restricciones”, dice el texto diocesano.
“Otra fuente importante de información errónea sobre la naturaleza de la persona y el significado del cuerpo es lamentablemente, el sistema de educación pública. Las escuelas públicas de nuestra región brindan una excelente educación en muchos aspectos. Sin embargo, muchos también promueven agresivamente una falsa comprensión de la persona humana en su defensa e impulso de la ideología de género”.
La diócesis también alerta ante políticas que obligan a usar nombres o pronombres o que exigen al personal a afirmar la identidad de género declarada por un menor y facilitar una “transición”, incluso sin notificar a los padres o pedir su consentimiento.
“Los padres con hijos en escuelas públicas deben, por lo tanto, discutir la enseñanza católica específica sobre estos temas con sus hijos y estar aún más alertas y ser más vocales contra esta ideología falsa y dañina”, escribe la diócesis.
Gallup publicó un informe en febrero indicando que el 0,6% de los estadounidenses adultos se identifican como transgéneros. La encuesta tiene un margen de error de + o – 1%.
En cuanto a los rangos de edad, alrededor del 1,8% de la generación Z y el 1,2% de milenials se identifican como transgéneros, pero solo el 0,2 o 0,3% de generaciones mayores se identifica así.
La Sociedad Americana de Cirujanos Plástico reportó que en 2019 hubo alrededor de 11 mil cirugías de cambio de sexo, un incremento entre 10% y 15% respecto al año anterior. El mercado para esas operaciones se calculó en 267 millones de dólares, de acuerdo a un análisis de la firma consultora Grand View Research.
Traducido y adaptado por Walter Sánchez Silva. Publicado originalmente en CNA
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