¿Qué es lo que se sabe del Anticristo? El Santo Cardenal John Henry Newman abordó este tema en cuatro sermones, basado en las enseñanzas de la Biblia y los Padres de la Iglesia.
“Él entregó esta mirada a un futuro no muy lejano hace más de 180 años, pero sus ideas suenan como si hubieran sido escritas y predicadas en los tiempos de hoy”, escribe Joseph Pronechen, autor del artículo publicado para el National Catholic Register.
En cada uno de los sermones, el Cardenal Newman se refiere a varios pasajes de la Biblia de lo que dijo Jesús; y entrelaza las profecías del fin de los tiempos en las visiones de los libros de Daniel y Apocalipsis, además de secciones de las epístolas.
También aclara que ninguna de las interpretaciones es suya.
Primer sermón: “Tiempos del Anticristo”
En este primer sermón, el Cardenal comienza describiendo las señales del segundo advenimiento de Cristo. Señala que habrá “una apostasía espantosa y la manifestación del hombre de pecado, el hijo de perdición, es decir, como se le llama comúnmente, el Anticristo”.
“Nuestro Salvador parece agregar que esa señal lo precederá inmediatamente, o que Su venida la seguirá de cerca; porque después de hablar de ‘falsos profetas’ y ‘falsos Cristos’, ‘haciendo señales y prodigios’, ‘abundancia de iniquidad’ y ‘amor enfriándose’, y cosas por el estilo, añade: ‘Cuando veáis todas estas cosas, sabed que está cerca, a las puertas”, escribió.
San Pablo, en su Segunda Carta a los Tesalonicenses, explica en el capítulo dos que hay un poder restrictivo que impide que el “adversario” sea revelado, pero que se manifestará a su debido tiempo.
Newman dice que los antiguos consideraban que el Imperio Romano era el adversario, pero si bien el imperio aparentemente fue destruido o desmantelado, en vista de la profecía en Tesalonicenses, el santo creía que el Imperio Romano todavía existía de alguna forma en sus tiempos.
Su sermón también se centra en una de esas formas ligeramente alejadas de su época: la Revolución Francesa, que persiguió la religión y consagró y adoró a la libertad y al hombre.
Pero el Cardenal Newman dijo que el Anticristo será una sola persona.
“Se dice que ‘vendrá una apostasía, y el hombre de pecado será revelado’. En otras palabras, el Hombre de Pecado nace de una apostasía, o al menos llega al poder a través de una apostasía, o es precedido por una apostasía, o no lo sería si no fuera por una apostasía. Así dice el texto inspirado: ahora observe, cuán notablemente el curso de la Providencia, como se ve en la historia, ha comentado esta predicción”, escribió.
El Cardenal Newman reconoce un alejamiento de la religión en las partes más civilizadas del mundo incluso en su propia época: “¿No hay una opinión reconocida y creciente de que una nación no tiene nada que ver con la religión; que es meramente un asunto de la conciencia de cada uno? Ciertamente suena como el relativismo de nuestros días”.
Newman continúa: “¿No hay un movimiento vigoroso y unido en todos los países para derrocar a la Iglesia de Cristo del poder y el lugar? ¿No hay un esfuerzo febril y siempre ajetreado por deshacerse de la necesidad de la religión en las transacciones públicas? ¿Un intento de educar sin religión? ... ¿un intento de reemplazar la religión por completo?...”
El Cardenal Newman dice que no nos dejemos engañar por los señuelos de Satanás: “¿Crees que es tan torpe en su oficio como para pedirte abierta y claramente que te unas a él en su guerra contra la Verdad? No; te ofrece cebos para tentarte. Te promete libertad civil; te promete igualdad; te promete comercio y riqueza; te promete una condonación de impuestos; te promete reforma... te promete iluminación –te ofrece conocimiento, ciencia, filosofía, ampliación de la mente–. Se burla de los tiempos pasados; se burla de toda institución que los venera”.
Finalmente, nos advierte desde las Escrituras: “¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? Salid, pues, de en medio de ellos, y apartaos”... para que no seáis obreros juntamente con los enemigos de Dios, y abran camino al Hombre de Pecado, el hijo de perdición”.
Segundo sermón: “La religión del Anticristo”
En el siguiente sermón el Cardenal Newman señala que tanto San Juan como San Pablo describen al enemigo como caracterizado por el mismo pecado: negar a Dios (1 Juan 2: 22-23) y establecerse a sí mismo como un dios.
También señala que tanto Ireneo como Hipólito interpretan el número de la bestia como la palabra Latinus, o el rey latino, y cita que lo ven como el jefe del Imperio Romano restaurado.
Aunque todas las expectativas que ha detallado hasta ahora pueden ser correctas o incorrectas, dice el Cardenal Newman, todavía es muy útil hablar de estas cosas a la luz de lo que estaba sucediendo en su día y, obviamente, han empeorado enormemente.
Sus palabras se adaptan al día de hoy, como continúa y concluye: “En el estado actual de las cosas, cuando se supone que el gran objetivo de la educación es deshacerse de las cosas sobrenaturales, cuando se nos pide reír y burlarnos de creer en todo lo que no vemos, y que evalúen cada declaración con la piedra de toque de la experiencia, debo pensar que esta visión del Anticristo, como un poder sobrenatural por venir, es una gran ganancia providencial, ya que un contrapeso a las malas tendencias de la época”.
Tercer sermón: “La Ciudad del Anticristo”
En el tercer sermón el Cardenal Newman analiza lo que en las profecías se ha cumplido y que aún quedan por cumplirse. Él muestra cómo el Imperio Romano se disolvió, pero es difícil decir si se ha ido totalmente, porque todavía podría existir “en un estado mutilado y decaído... si es así, algún día debe revivir”.
Con detalles tras detalles, además de referencias bíblicas, el Cardenal Newman muestra cómo el Imperio Romano fue castigado en gran medida a través de la espada bíblica, el hambre y las plagas, pero aún no fue totalmente demolido, a pesar de todas las plagas, la devastación de los bárbaros y la división en otras naciones.
¿Por qué no todavía?, pregunta el Cardenal, y responde: Porque la “Iglesia moraba en Roma, y mientras sus hijos sufrían en la ciudad pagana por los bárbaros, volvieron a ser la vida y la sal de esa ciudad donde sufrieron… ¡Qué maravillosa regla de la providencia de Dios se muestra aquí! La Iglesia santifica, pero sufre con el mundo, compartiendo sus sufrimientos, pero aligerándolos”.
El Cardenal Newman también señala que la Roma pagana puede ser el tipo de alguna otra gran ciudad, o tal vez de un mundo orgulloso y engañoso, o de todas las grandes ciudades del mundo juntas y con su gobernante de “espíritu avaricioso, lujoso, autosuficiente e irreligioso”.
Cuarto sermón: “La persecución del Anticristo”
En el sermón final, el Cardenal Newman mira las Escrituras para recordarnos las bienaventuranzas: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos”, dando a entender que la Iglesia comienza y probablemente terminará en persecución.
“Él la reconoce como suya, la enmarcó, y la reclamará, como una Iglesia perseguida, que lleva Su cruz”, dice el Cardenal Newman al recordar Mateo 24:21; 2 Tesalonicenses 2:9-11 y Apocalipsis 13:13-14, diciendo que será bueno para los cristianos porque los días se acortarán.
“Quizás no sea una persecución de sangre y muerte, sino únicamente de arte y sutileza, no de milagros, sino de maravillas naturales y poderes de habilidad humana, adquisiciones humanas en manos del diablo. Satanás puede adoptar las armas de engaño más alarmantes –puede esconderse– puede intentar seducirnos en pequeñas cosas, y así mover a los cristianos, no todos a la vez, sino poco a poco, de su verdadera posición”, continuó.
Luego dijo: “Sabemos que ha hecho mucho de esta manera en el transcurso de los últimos siglos. Su política es dividirnos y dividirnos, para desalojarnos gradualmente de nuestra roca. Y si va a haber una persecución, tal vez sea, entonces, cuando todos estemos en todas partes de la cristiandad tan divididos y tan reducidos, tan llenos de cisma, tan cerca de la herejía. Cuando nos hayamos arrojado sobre el mundo, y dependamos de él para nuestra protección, y hayamos renunciado a nuestra independencia y nuestra fuerza, entonces él puede estallar sobre nosotros con furia, hasta donde Dios se lo permita. ”.
“Entonces, de repente, el Imperio Romano [que parece arder en varias formas en algún lugar] puede romperse, y el Anticristo aparece como un perseguidor, y las naciones bárbaras alrededor irrumpen. Pero todas estas cosas están en la mano de Dios y en el conocimiento de Dios, y dejémoslas allí”, agregó.
“Es nuestro deber, como el Señor nos muestra en el Padre Nuestro, orar: Venga tu Reino. Se haga en la tierra como en el cielo”, concluye el Cardenal Newman.
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en National Catholic Register.
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