Expertos en prevención de abusos en la Iglesia impartieron un importante curso de formación a 165 obispos y a casi 300 personas más, que son colaboradores de las comisiones nacionales y de las congregaciones, con el objetivo de crear conciencia y dar un enfoque interdisciplinar para tener mayor capacitación sobre el tema de la prevención y gestión de los abusos de poder, de conciencia y sexuales.
En concreto, se trató de un curso realizado durante el pasado mes de julio en el que se impartió una formación sobre la prevención de abusos en la Iglesia, para representantes de 18 países: Argentina, Alemania, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, España, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Puerto Rico, Uruguay y Venezuela.
Esta iniciativa de formación se llevó a cabo “gracias al apoyo de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos” y fue organizada por el Centro de investigación y formación interdisciplinar para la protección del menor (CEPROME) que está “constituido por diferentes miembros de América Latina, laicas, religiosos y religiosas, sacerdotes de diferentes países”, indicó a ACI Prensa el P. Daniel Portillo Treviño, director de CEPROME y también profesor en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
Entre los expositores internacionales se encontraron el secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), Mons. Charles Scicluna; el miembro de la Pontificia Comisión para la tutela de los menores, P. Hans Zollner SJ; el sacerdote canosiano italiano P. Amedeo Cencini; el oficial de la CDF, Jordi Bertomeu Farnós y la abogada argentina, María Inés Franck.
En esta línea, el P. Portillo explicó a ACI Prensa que “esta iniciativa surgió de la inquietud que algunos de ellos también han manifestado con el tema de frente a la llegada al Episcopado, de frente a los casos que han tenido que afrontar” así como también por “la escasa formación que han podido tener al respecto, es una realidad que también ellos tienen que enfrentar” por ello, han buscado “generar un espacio que disponga también al aprendizaje en un sentido más interdisciplinar”.
Entre la estructura de la semana de formación “con este tinte interdisciplinar” el sacerdote describió que la primera parte consistió en “una reflexión sobre lo que la Iglesia ha vivido en el ámbito de los abusos sexuales, lo que se ha logrado, lo que nos falta por lograr y cuál ha sido esta historia de la crisis en cinco etapas desde 1985 hasta el día de hoy”.
Luego, el presbítero señaló que “la segunda etapa consistió en el análisis sobre los agresores, una parte jurídica, un enfoque más clínico para individuar el perfil, así como también toda la parte de la psicoterapia y atención a los agresores”.
“La tercera parte se centró en las víctimas” por lo que quienes recibieron la formación escucharon a un superviviente de abusos, "se abordó el tema de las víctimas desde un ámbito terapéutico y finalizó con una reflexión sobre las ‘víctimas secundarias’ que abarca también “la comunidad eclesial, la comunidad que ha permanecido, como los sacerdotes que han permanecido en el sacerdocio y los obispos que han tenido que padecer estas situaciones” y aquellos "que han estado dispuestos a establecer la justicia en la Diócesis al respecto”.
Después, la cuarta parte describió todo “el ámbito canónico, cuáles son las responsabilidades de las Conferencias Episcopales y los superiores generales en estos temas” así como también la reforma en acto “del libro sexto”.
La quinta y última parte, se abordó “todo el tema de la comunicación interinstitucional”, describió Portillo.
En este sentido, el P. Daniel destacó la importancia de la formación permanente, no solamente con la “actualización del libro sexto” sino también lo que describen como “prevención 2.0” que amplía el panorama de abusos que “no solamente sexual, sino de poder, conciencia y espiritual y la rendición de cuentas, conocida como el ‘accountability’, la reparación, la comunicación y transparencia”.
“Los abusos sexuales nos han venido a enseñar que, a diferencia de las situaciones más difíciles o trágicas, como lo son precisamente este tipo de delitos que han afectado la credibilidad de la Iglesia, también tienen que ser enfrentados en una manera conjunta, en donde distintas realidades también se colocan enfrente de distintos enfoques, en el día a día, en donde distintas personas bien dispuestas se pongan a trabajar en este tema, que lo busquen, lo quieran”, concluyó el P. Daniel Portillo.
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