El libro “Salvamentos del Santo Cáliz en la guerra de la Independencia. Valencia-Alicante 1809-1810” revela el papel “heroico” del sacerdote Pedro Vicente Calbo, que logró salvar el cáliz hasta en tres ocasiones de la invasión de las tropas napoleónicas en el siglo XIX.
El libro, escrito por el abogado César Evangelio, fue presentado en 2019 en la Archidiócesis de Valencia (España).
Según se explica en el libro, el P. Pedro Vicente Calbo era el encargado de la custodia del Santo Cáliz y del resto del tesoro de la Catedral y dejó constancia de todos los traslados en un manuscrito y en otros legajos del Archivo de la Catedral de Valencia que posteriormente fueron estudiados por César Evangelio durante más de cinco años.
El Santo Cáliz tuvo que ser sacado de Valencia por mar hasta Alicante en el año 1809 y posteriormente trasladado a Ibiza y Mallorca de 1810 a 1813.
El P. Calbo era director del Seminario de Valencia y hombre de confianza del canónigo Alcedo, a quien encargaron el traslado del Santo Cáliz a Alicante cuando Valencia sufrió su primer asedio en 1809 por parte de las tropas napoleónicas.
A la muerte del canónigo Alcedo, quedó responsable del cuidado de estas reliquias el P. Calbo, quien incluso llegó a llevar la reliquia consigo.
Según explican en una nota de la Archidiócesis de Valencia, el Santo Cáliz, con el tesoro de la Catedral, permaneció en Alicante en 1809 durante 10 meses.
Posteriormente fue trasladado a Ibiza en 1810, en donde estuvo año y medio, para después ir a Mallorca donde estuvo hasta 1813, el final de la ocupación francesa de Valencia.
El P. Calbo relató así los traslados y los diversos riesgos que afrontó para protegerlo: “Hubo grandes riesgos derivados del peligro francés, del peligro español por apropiarse de las riquezas no imprescindibles para el culto, del mar al hacerse los traslados en las peores épocas de navegación, y de los corsarios enemigos que se presumían al corriente. A ello se sumaba el peligro de una población a la que parece haberse querido manipular vertiendo acusaciones sobre el contenido del cargamento evacuado, quizá en el ánimo de utilizar el episodio para provocar cambios en el poder político local. Vistos los numerosos avatares, incluida una navegación con graves contratiempos, puede considerarse un verdadero prodigio el que el Santo Cáliz superase aquel tiempo”.
Según explicó el autor del libro, César Evangelio, el P. Calbo es uno de los “héroes de aquel episodio”, que hizo una “crónica perfecta, escrita con una grandísima inteligencia y un gran sentido analítico”, y la del propio Archivo de la Catedral, a su personal y responsable por sus orientaciones y facilidades para el estudio.
Además, destacó el autor, en todos esos traslados “existe algo de providencial, de prodigioso, en el hecho de que el Santo Cáliz finalmente sobreviviera a toda aquella etapa, simplemente por los traslados marítimos, en los que hubo momentos muy peligrosos, de mucha tormenta, incluso en momentos de enfrentamiento con las tropas francesas”.
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