El sociólogo y magíster en Gerontología Social, Ricardo Alberti, destacó recientemente que los ancianos son “superhéroes” frente a la pandemia, y aseguró que están jugando un “rol preponderante” en las familias.
En entrevista con el diario Entre Todos de la Arquidiócesis de Montevideo (Uruguay), y en el marco de la Jornada Mundial de los abuelos y de los ancianos, Alberti dijo que los “adultos mayores están jugando un rol preponderante de sostén y apoyo” a las familias, en forma “imperceptible”.
El sociólogo lamentó que a veces la sociedad los vea “como a una desvalida víctima, cuando en realidad son ‘superhéroes’ que están sosteniendo la casa donde vivimos”.
“Pero lo hacen sin entradas triunfales, ni música de acción, no vuelan, ni tienen fuerza descomunal, sino que poseen una capacidad humana casi extinta: la de haber vivido y aprendido, haberse caído y levantado cientos de veces, lo que les da una mirada comprensiva y a la distancia”, explicó.
El también miembro de la Federación Iberoamericana de Asociaciones de Personas Adultas Mayores (Fiapam) destacó que las personas no toman conciencia de la fragilidad “hasta padecer alguna dolencia o dependencia, sea esta física, psicológica, social o espiritual, de forma temporal o permanente”.
Por el contrario, indicó, “vivimos y trabajamos como si no tuviéramos cuerpo ni edad”.
Para Alberti solo “quienes han vivido y experimentado una dependencia y han tomado contacto con su frágil naturaleza humana, están en condiciones de darse cuenta y aceptar la ayuda del otro como un gesto de amor”.
“El dejarse cuidar, dejarse ayudar y dejarse acompañar, es uno de los primeros aprendizajes que las generaciones más jóvenes y activas debemos aprender urgentemente de nuestros mayores”, continuó.
El sociólogo también destacó que durante la pandemia, los adultos mayores se acercaron a la tecnología, catalogando esto de una “revolución” que va más allá del uso en sí mismo, pues se trata de “vencer el miedo y la incertidumbre por mantenerse en contacto. Un acto que solo se hace por amor”.
“El miedo y la apertura al aprendizaje fue por parte de la persona mayor y la enseñanza, tolerante y reiterada, tuvo otro actor importante y de otra generación: hijos, nietos, vecinos, hijos de vecinos, etcétera. Fueron impecables, pacientes y amorosos educadores hacedores de este ‘pequeño paso’ para el adulto mayor pero ‘un gran salto’ para nuestra comunidad”.
Tomando en cuenta la vitalidad de una gran mayoría de los adultos mayores, Alberti sugirió pensar “una pastoral del adulto mayor que no considere a los integrantes como enfermos, dependientes o demenciados. Y menos como objetos pasivos, sino que los vean como actores relevantes de la solidaridad intergeneracional”.
Pastorales de mayores que “comparten con todos la riqueza y el don que Dios les ha brindado, el de vivir”, concluyó Alberti.
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