Ante las inquietudes que jóvenes católicas se plantean sobre la auténtica feminidad, el Instituto Gratia Plena busca ofrecer una respuesta en épocas de “feminismo tóxico”.
“Todo lo que escuchaba eran estos dos extremos de feminidad: uno era una mujer extremadamente independiente y hambrienta de poder, mientras que la otra era una madre que solo tenía un hijo tras otro. ¿Estaba mi feminidad definida por mis logros o por mi fertilidad?”.
Este era el cuestionamiento que se hacía Pamela Medina, una joven estudiante de 18 años de la Franciscan University de Steubenville en Ohio (Estados Unidos). La búsqueda de Medina es compartida por muchas jóvenes que se enfrentan al pantano cultural del siglo XXI.
Y Medina encontró su respuesta junto a otras 15 jóvenes en un campamento realizado recientemente por el Instituto Gratia Plena.
El campamento se realizó del 20 al 24 de julio en Leonardtown, en el estado de Maryland.
La fundadora de los campamentos, Kelly Marcum, tuvo la idea de comenzar estos eventos mientras rezaba en Misa.
Como una mujer recién casada que trabajaba en políticas provida, estaba “desconcertada” por la especificidad de la inspiración, y la idea no la dejaba en paz.
Así que en 2020, con el apoyo y aliento de su esposo, Marcum fundó el instituto y planificó su primer campamento en 2021.
Pamela Medina se sintió atraída al campamento porque le ofrecía respuestas a las distorsiones modernas de la feminidad. Keira Thomas, de 14, la hermana menor de Marcum, decidió asistir al campamento porque ella ya estaba viendo el “daño que el feminismo tóxico” le estaba haciendo a sus amigas en la secundaria.
Como una ex estudiante de la Universidad de Georgetown, Marcum misma pudo ver “las consecuencias del feminismo tóxico”.
“Lo que vi en ese campus, en una escuela que debería haber sido un faro de catolicismo en la capital de nuestra nación, rompió mi corazón”, dijo Marcum al National Catholic Register.
La cultura, dijo, enseña que “el desenfreno sexual es sinónimo de empoderamiento, que se debe temer al sacrificio y que la autosatisfacción es la faceta más importante de la felicidad”.
“Vi a mis pares, mujeres bellas e inteligentes, caer en esta mentira una y otra vez, y vi su dolor”.
Kimberley Cook, una de las conferencistas del campamento y autora de “La maternidad redimida: cómo el feminismo radical traicionó el amor materno”, lamenta que muchas mujeres asocian el “feminismo” con las mujeres que buscaban el sufragio femenino, sin darse cuenta que el término se desarrolló bajo activistas como Margaret Sanger y Betty Friedad, así como filósofas como Simone de Beauvoir.
De Beauvoir, dijo Cook al Register, era una radical genuina que “creía que una mujer no debería tener la elección de quedarse en casa con sus hijos, que esa no debería ser una opción para las mujeres”.
Para De Beauvoir, continuó, las mujeres “tienen que trabajar fuera de la casa. Ella veía a las mujeres que se quedaban en casa y a las mujeres que tenían muchos hijos como (si tuvieran) casi una enfermedad mental seria”.
El Instituto Gratia Plena existe precisamente para combatir ideas como esa y reintroducir las ideas católicas de feminidad. Eso comienza con la atmósfera pacífica del campamento y la vida sacramental rica: Liturgia de las Horas, Misa, adoración eucarística, confesión y Rosario.
Medina destacó la estructura y flexibilidad del campamento. El tiempo libre le permitió “formar relaciones con las chicas a mi alrededor, compartir mis pensamientos y emociones, reflexionar, leer, escribir en un diario y simplemente disfrutar la vista”.
Thomas también agradeció el “entrelazado” de conversaciones, oración y conversaciones libres entre las jóvenes.
En las conversaciones, coincidieron, surgieron algunos puntos en común: ser una mujer, en términos católicos, es ser maternal.
Es una definición interesante, especialmente en una cultura que define a los hombres y mujeres por su sexualidad. Pero es una definición que elude muchos estereotipos engañosos asociados con la “feminidad”.
Y podría ser especialmente reconfortante para las jóvenes que luchan con las ideas modernas sobre género, de la mano con el aliento de San Juan Pablo II en la “Carta a las mujeres”.
Otra de las expositoras del campamento, Melissa Maleski, autora de “La suprema vocación de las mujeres de acuerdo a San Juan Pablo II”, dijo al Register que “el cuerpo humano no está destinado a ser una fuente de infelicidad. Sobre este punto, la visión del mundo católica y la secular están de acuerdo”.
“Pero la visión del mundo secular ahora sostiene que el cuerpo no es nada más que un accesorio intercambiable o ajustable para la persona humana, con un valor que depende de nuestros deseos”, advirtió.
En contraste, la idea de feminidad enraizada en la maternidad es tanto profunda como liberadora, mucho menos restrictiva, que apela a la vestimenta o a pasatiempos, e incluso a preguntas sobre la vocación.
“Las mujeres están absolutamente llamadas a una variedad de vocaciones particulares”, dijo Maleski. “Como mujeres, no importa si estamos casadas, somos religiosas, solteras o vírgenes consagradas; ya seamos amas de casa, directoras ejecutivas, trabajadoras de construcción, trabajadoras de servicio, profesionales de la salud, académicas o una combinación de vocaciones”.
Cook subrayó que “lo que subyace es que todas somos maternales, ya sea que tengamos una maternidad física que se materializa en algún momento de nuestra vida, donde realmente damos a luz a un niño, o si somos una madre adoptiva, o si somos una hermana religiosa, o si somos una mujer soltera sirviendo a otros”.
Esta noción más profunda de la feminidad, si los planes de Marcum se concretan, ofrecerá a las mujeres jóvenes un nuevo apoyo e inspiración. Marcum espera que Gratia Plena complemente a otros programas, como el del Given Institute, llegando a las jóvenes antes de que abandonen sus hogares para ir a la universidad.
Medina llegó al campamento de Gratia Plena cuestionada por si su feminidad se definía por sus logros o su feminidad, y obtuvo una respuesta clara.
“Mi valor y dignidad es dado por Dios. Él nos ha dado un propósito desde nuestro inicio hasta nuestro fin. Como Juan Pablo el Grande dijo, soy una ‘centinela del Invisible’. Ese es un honor”, dijo, recordando el mensaje del “Papa peregrino” durante su viaje a Lourdes en 2004.
Traducido y adaptado por David Ramos. Publicado originalmente en el National Catholic Register.
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