El P. Alberto Reyes, sacerdote de la Arquidiócesis de Camagüey, señaló que en Cuba la gente se siente vulnerable y desprotegida ante la falta de un Estado de derecho.
En los últimos días cientos de personas han sido detenidas en Cuba a raíz de las manifestaciones que comenzaron el 11 de julio, y aunque algunos han sido liberados, también se ha denunciado el inicio de juicios sumarios.
El P. Reyes dijo que en la isla “la gente está inquieta y atemorizada. Son momentos de mucha incertidumbre y de mucho miedo porque como en Cuba no existe un Estado de derecho, las personas se sienten muy vulnerables, muy desprotegidas”.
José Miguel Vivanco, director ejecutivo para las Américas de Human Rights Watch, alertó el 22 de julio en su cuenta de Twitter que “el régimen cubano está juzgando a manifestantes mediante procesos sumarios que impiden ejercer el derecho a la defensa”.
Según una lista elaborada por la ONG Cubalex, que es constantemente actualizada, desde que ocurrieron las históricas manifestaciones del 11 de julio, más de 600 cubanos han sido detenidos. Algunos han sido liberados, pero la gran mayoría sigue arrestada o con paradero desconocido.
Asimismo, denuncias en redes sociales y otras recogidas por ACI Prensa, dan cuenta que en los días siguientes el gobierno de Miguel Díaz-Canel ha desplegado un gran operativo para ingresar a las casas de personas que estuvieron en las manifestaciones y arrestarlos de manera violenta.
En declaraciones a ACI Prensa el 21 de julio, el P. Alberto Reyes criticó la represión desplegada por el gobierno; pero aclaró que “no es la reacción de Díaz-Canel”, porque “Díaz-Canel no se manda, sólo obedece. Es la reacción de aquellos que sometieron a esclavitud al pueblo cubano a través de una Revolución que se autoproclamó ‘verde como las palmas’ y ‘humilde para los humildes’, y que ha sido fuente de miseria y sufrimiento sin precedentes”.
“Ha sido una reacción brutal, que ha sacado lo peor del cubano y ha hecho a parte del pueblo enemigo de su propio pueblo, sin calcular la espiral de resentimiento y odio que puede provocar, sin calcular que las heridas que se están abriendo no podrán sanarse en generaciones”, señaló.
Sobre el papel de la Iglesia en Cuba, el sacerdote señaló que “a lo largo de la historia ha sido mediadora”. “La Iglesia es Madre, y cuando los hijos sufren, o se pelean, o se agreden, le toca como madre llamar a la búsqueda de una solución. Creo que el papel de la Iglesia es alzar la voz con determinación pidiendo un diálogo en el que todos nos sintamos representados”.
“Sin embargo, en esta situación concreta, creo que también le toca a la Iglesia, como Madre, pedir con claridad y energía el cese de la represión, de las detenciones arbitrarias, de las desapariciones, de la espiral de violencia que se ha desatado. Luego, podremos hablar de diálogo”, expresó.
El sacerdote indicó que “la Iglesia proclama el Evangelio, y el Evangelio es, en sí mismo, liberador, y cuando se comprende, lleva directamente a la conciencia de la propia dignidad, del propio valor, de los derechos inalienables que tenemos por nuestra identidad de hijos de Dios”.
“Cada vez que, como Iglesia, hemos predicado bien el mensaje de Jesucristo, hemos ayudado a la gente a mirar hacia la libertad”, afirmó.
En ese sentido, dijo que “entre las sombras de la incertidumbre, estamos viviendo un momento de esperanza, una esperanza que siempre hemos alimentado, aún en los momentos más oscuros, de ser, por fin, un pueblo donde pueda vivirse desde la verdad y la libertad, desde la seguridad y la solidaridad, un pueblo que pueda construir sin sobresaltos un presente bueno para todos y donde se pueda mirar con optimismo al futuro”.
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