El Papa Francisco destacó que la Sagrada Familia de Jesús, María y José es “la familia-modelo, en la que todas las familias del mundo pueden hallar su sólido punto de referencia y una firme inspiración”.
Así lo indicó el Santo Padre durante el rezo del Ángelus de este Domingo 27 de diciembre, fiesta de la Sagrada Familia.
En su reflexión, el Pontífice recordó que “pocos días después de la Navidad, la liturgia nos invita a contemplar a la Sagrada Familia de Jesús, María y José” y añadió que “es hermoso pensar en el hecho de que el Hijo de Dios ha querido tener, como todos los niños, la necesidad del calor de una familia”.
“Precisamente por esto, porque es la familia de Jesús, la de Nazaret es la familia-modelo, en la que todas las familias del mundo pueden hallar su sólido punto de referencia y una firme inspiración”, advirtió el Papa.
En esta línea, el Santo Padre explicó que “en Nazaret brotó la primavera de la vida humana del Hijo de Dios, en el instante en que fue concebido por obra del Espíritu Santo en el seno virginal de María. Entre las paredes acogedoras de la casa de Nazaret se desarrolló en un ambiente de alegría la infancia de Jesús, rodeado de la solicitud maternal de María y los cuidados de José, en el que Jesús pudo ver la ternura de Dios”.
Por ello, el Papa dijo que “a imitación de la Sagrada Familia, estamos llamados a redescubrir el valor educativo del núcleo familiar, que debe fundamentarse en el amor que siempre regenera las relaciones abriendo horizontes de esperanza”.
“En la familia se podrá experimentar una comunión sincera cuando sea una casa de oración, cuando los afectos sean profundos y puros, cuando el perdón prevalezca sobre las discordias, cuando la dureza cotidiana del vivir sea suavizada por la ternura mutua y por la serena adhesión a la voluntad de Dios”, señaló.
La familia evangeliza con el ejemplo de vida
De este modo, el Santo Padre afirmó que “la familia evangeliza con el ejemplo de vida” porque “se abre a la alegría que Dios da a todos aquellos que saben dar con alegría” y, al mismo tiempo, “halla la energía espiritual para abrirse al exterior, a los demás, al servicio de sus hermanos, a la colaboración para la construcción de un mundo siempre nuevo y mejor; capaz, por tanto, de ser portadora de estímulos positivos”.
Sin embargo, el Papa reconoció que “en cada una de las familias hay problemas y en ocasiones se discute” por lo que alentó a no concluir el día “sin hacer las paces”.
“Antes de terminar el día, hacer las paces, ¿sabes por qué? porque la guerra fría del día siguiente es muy peligrosa, no ayuda, y después en familia hay tres palabras de cuidar siempre: permiso, gracias, perdón”.
En este sentido, el Santo Padre destacó la importancia del decir “permiso” para no invadir la vida de los otros; decir “gracias” para agradecer siempre las muchas ayudas los muchos servicios que se reciben en la familia, porque “la gratitud es la sangre del alma noble”; y después “la más difícil de decir: perdón, porque nosotros siempre hacemos cosas feas, y muchas veces alguno se siente ofendido, discúlpame, perdón”.
“No olviden las tres palabras: permiso, gracias y perdón. Si en una familia, si en el ambiente familiar están estas tres cosas la familia va bien”, añadió.
Finalmente, el Santo Padre rezó para “que la Virgen María, a la que ahora nos dirigimos con la oración del Ángelus, obtenga a las familias de todo el mundo sentirse cada vez más fascinadas por el ideal evangélico de la Sagrada Familia, de modo que se conviertan en levadura de nueva humanidad y de una solidaridad concreta y universal”.
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