Obispo pide legislar un proyecto de vida y no de eutanasia y suicidio en Uruguay

El Obispo Emérito de Minas en Uruguay, Mons. Jaime Fuentes, exhortó a los legisladores del país a trabajar en un “proyecto colectivo entusiasmante” a favor de la vida en vez de debatir sobre el “sombrío” proyecto de ley de eutanasia y suicidio asistido.

En momentos en que Uruguay aún no supera por completo la pandemia del coronavirus COVID-19, con 1.202 casos de contagio y 35 personas fallecidas, vuelve el debate del proyecto de ley “Sobre Eutanasia y suicidio médicamente asistido”, presentado en marzo de este año por el diputado del Partido Colorado Ope Pasquet.

En el país ya existe una ley de “Voluntad anticipada”, del año 2013, que permite a los pacientes terminales oponerse a recibir tratamientos médicos que prolonguen su vida.

Sin embargo, Ope Pasquet argumentó la iniciativa en los artículos 7 y 72 de la Constitución de Uruguay, que hablan sobre la dignidad y la libertad de la persona.

En la redacción de su proyecto, el diputado señala que el Estado no debería “castigar a los médicos que libremente acepten ayudar a quienes en las circunstancias y con arreglos a los procedimientos que la ley determina, les piden asistencia para dejar de vivir”. 

En ese contexto, el Obispo Mérito de Minas escribió una carta a los legisladores y expresó que “en el tiempo pandémico que estamos viviendo, mientras nos cuidamos de un contagio mortal, el proyecto de ley de eutanasia y suicidio aparece por demás sombrío”.

“¿No es un completo sinsentido legalizarlos, en un país que tiene el mayor número de suicidios de América Latina y uno de los mayores del mundo?”, cuestionó Mons. Fuentes.

“Solamente en cinco países es legal la eutanasia: Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá y Colombia; y solo en Suiza se permite el suicidio asistido”, dijo.

“En Bélgica, después de su legalización había solo unos cientos de casos de eutanasia al año. Actualmente hay más de 2.300 casos oficialmente registrados y la tendencia va en aumento (Deutsche Welle, 26.II.20), como en Uruguay”, añadió.

El Prelado cuestionó si acaso “¿queremos seguir por este camino, alentando a los suicidas en potencia? Las leyes influyen, para bien o para mal, en el conjunto del comportamiento social”.

“Resulta macabro el mensaje que recibirán las pocas nuevas generaciones, si los médicos reciben licencia para matar. En todo caso, ¿por qué sólo ellos?… El médico estudia para curar, no para matar”, dijo.

El Obispo indicó que “dicen que con la ley se respetará la libertad individual de decidir cuándo acabar con la propia vida. Pero ¿no vivimos en sociedad y somos inter dependientes? Si alguien ve a una persona que intenta suicidarse, ¿no trata por todos los medios de disuadirlo? ¡Porque es humano, nomás!”.

“Con la ley que se propone, ‘¡por mí que se mate, si es legal!’ ¿Esta es la sociedad que queremos, individualista hasta el colmo?”, expresó el Obispo de Minas.

“Se olvida que el fin no justifica los medios. La vida humana posee la mayor de las dignidades y, por lo tanto, reclama el mayor de los cuidados. Decidir cada uno por su cuenta cuándo darse muerte, ¿es un derecho humano?, ¿quién lo dijo, dónde está escrito?”, reiteró.

El Prelado aseguró que “hoy, más que nunca, necesitamos en Uruguay un proyecto colectivo entusiasmante: nuestro mayor problema es la falta de población” como Hungría, Rusia, Serbia, Alemania, que tienen planes de incentivo a la natalidad.

“Señores legisladores: estudiar el problema y trabajar por un Uruguay mejor –“se precisan niños para amanecer”, ¡claro que sí!– es lo que se espera de ustedes”, concluyó Mons. Fuentes.

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