Esta mañana, el Papa Francisco recibió a una delegación de la familia orionita en el 150° aniversario del nacimiento de San Luigi Orione, a quien el Papa Pío XII llamaría el gran apóstol de la caridad, padre de los pobres.
Este 25 de junio, el Papa Francisco exhortó a la familia carismática orionita a “sentir viva la fuerza de su carisma, sientan el compromiso que requiere ser seguidores y familiares de un gran testimonio de la caridad de Cristo”.
“El compromiso de hacer presente, con tu vida y tu acción, el fuego de esta caridad en el mundo de hoy, marcado por el individualismo y el consumismo, la eficacia y la apariencia”, dijo el Papa Francisco en su discurso”, añadió.
El Papa explicó que los orionitas son parte de una “única planta con muchas ramas”, formada por religiosos y religiosas, consagrados y laicos, todos nutridos del mismo carisma de San Luigi Orione, nacido en Italia el 23 de junio de 1872.
“Bendigo con ustedes al Señor, que de aquella semilla –como dice el Evangelio– hizo brotar una gran planta, que da acogida, cobijo y refrigerio a muchas personas, especialmente a las más necesitadas y desdichadas”, dijo el Santo Padre durante su discurso.
San Luigi Orione proclamaba que “solo la caridad salvará al mundo”, su obra tiene ahora hogares para discapacitados, centros para niños en riesgo y abandonados, escuelas, parroquias, capillas y diferentes misiones por varios países en el mundo.
Fue beatificado el 26 de octubre de 1980 y canonizado el 16 de mayo del 2004.
En su mensaje, el Papa subrayó que hoy “¡se necesita coraje!” y por ello pidió a los presentes que “por favor, el fuego de la caridad no se quede solo en su hogar y en sus comunidades, y ni siquiera solo en sus obras, sino que se ‘arrojen al fuego de los nuevos tiempos por el bien de los pueblos’”.
El Santo Padre recordó que el “fuego de Jesús” es un “fuego de amor, un fuego que enciende el corazón de las personas, un fuego que alumbra, calienta y vivifica”.
El Pontífice reconoció también que San Luigi Orione, conocido como Don Orione, fue un “hombre de acción y contemplación”.
“Queridos hermanos y hermanas de la familia orionina, ser hoy discípulos misioneros, enviados por la Iglesia, no es ante todo hacer algo, una actividad, sino una identidad apostólica que se nutre continuamente en la vida fraterna de la comunidad religiosa o de la familia”, recordó.
“Nuestro tiempo nos pide que nos abramos a nuevas fronteras, que descubramos nuevas formas de misión. Miremos a María, me gusta rezarle como la Virgen que tiene prisa: no pierde el tiempo, va y va”, concluyó el Papa.
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